A Cazar Dragones!!

Desde el año 700 a.C. los seres humanos hemos dibujado mapas para orientarnos. Al menos así lo atestigua una tableta de barro babilonio que se conserva en el Museo Británico y tiene dibujado un mapa. Esta pasión cartográfica no es capricho: según dice el Doctor Jan Sumann del Instituto Max Planck, sin mapas los seres humanos tendemos a caminar permanentemente en círculos como Moisés en el desierto (se ve que Boy Scout no era).

Hay mapas nuevos y exactísimos, como los que usan los sistemas de GPS, y que sirven para llevarnos del punto A al B sin mayores contratiempos. Si bien utílisimos (sobre todo cuando uno es despistado de nación como su servilleta) y maravillosos por el derroche de creatividad que suponen, los Google Maps no son los más interesantes.

Este honor se lo lleva de calle el “mapa exploratorio”; mapas como los que dibujaban los antiguos navegantes: sin confines definidos, borrosos en cuanto a su exactitud (heurísticos, pues’n) y, pletóricos de criaturas fantásticas. Mapas como los de Hartmann Schedel que en 1493, llenó el Lejano Oriente de mujeres calvas y barbudas (me cae, ¿a poco tu suegra es oriental?). O mapas como los de Sebastian Münster que en la India suponía encontrar hombres con cabeza de perro y ladridos por idioma (como los maridos de varias de mis amigas). O mapas aún más antiguos que tenían sirenas, dragones y pegasos en sus áreas indefinidas.

Estos mapas son apasionantes porque si bien hoy los vemos como un simple reflejo de la ingenuidad de los antiguos, la Psicología Profunda nos dice que estos mapas eran algo más que fantasías de una mente supersticiosa (o súper ociosa, que es lo mismo): eran horizontes que la imaginación señalaba como potenciales fuentes de experiencias fantásticas, hallazgos prometedores y criaturas aterradoras.

Y es que más que plasmar la realidad, los mapas antiguos eran una fotografía de lo que Freud (y de forma más prometedora, Carl G. Jung) identificarían como el subconsciente colectivo: esa parte de nuestra mente que no se guía por el infalible GPS de la lógica, sino por la borrosa cartografía de la imaginación.

Para la imaginación las posibilidades siempre superarán a la realidad, por eso en los mapas antiguos la “Terra Incógnita” es siempre más extensa que lo conocido a ciencia cierta. Es en esa tierra desconocida (aka el subconsciente) donde habitan los dragones, las sirenas, los tesoros, los monstruos y todos los demás miedos e ideales de la Humanidad.

Por eso, pese a la advertencia de los cartógrafos que adornaban las esquinas más remotas de sus mapas con la leyenda “aquí hay dragones” es a “Terra Incógnita” a donde el hombre siempre ha dirigido sus pasos. Y es que el pequeño Indiana Jones/Barbara Blade que todos llevamos dentro sabe que no hay otro camino para ensanchar los límites de nuestro mundo que adentrarnos en Terra Incógnita y enfrentarnos a nuestras quimeras y demonios.

De hecho, el destino favorito de los espíritus audaces de todos los tiempos -y el prototipo de la mitología heroica- ha sido lanzarse a esos lugares ilustrados con terribles Leviatanes para emprender la cacería del dragón. No por nada todas nuestras historias clásicas -de Homero a George G. Martin- tienen la misma moraleja: sólo tras matar a la bestia, el héroe accede al tesoro y consigue el amor de la princesa. O, dicho en palabras de Jung, solo cuando se enfrenta a sus miedos el hombre se enriquece material, humana y espiritualmente.

Y suena lógico porque la limitante principal de la existencia humana siempre ha sido el miedo. Miedo al fracaso, al ridículo, al rechazo, miedo a no ser lo buenos que creemos ser, a quedarnos cortos, miedo a lo desconocido, aversión al riesgo. El miedo es nuestro Dragón, el guardián de nuestra Terra Incógnita, el obstáculo aparentemente insalvable que media entre lo que somos y lo que queremos ser.

Por eso -como en los mapas y mitologías de antaño- hay que buscarlo, enfrentarlo y matarlo y para ello no hay más que un camino: “Haz aquello que temes y la muerte del miedo es segura,” escribió alguna vez Ralph Waldo Emerson.

Hoy nos quedan 363 días del 2012 (porque resulta que es bisiesto) que exigen una decisión radical: sentarnos a contemplar nuestros miedos y vivir vicariamente (o sea, a través de otros o, lo que es lo mismo, ver tele) o recuperar la audacia existencial y aventurarnos a Terra Incógnita a buscar dragones, enfrentarlos, luchar contra ellos y matarlos.

Sea como fuere: que 2012 sea para ti un año irrepetible y excepcional (y no simplemente una repetición del 2011 en cámara lenta)!

Imagen: Roger and Martyn Dean (foto de portada de uno de mis álbumes favoritos de los 80s: “Asia” de 1982.)

6 responde a “A Cazar Dragones!!”

  1. Buenísimos deseos para este 2012! Lo mejor para ti Claudia! Y como dice Yoda: Fear leads to anger, anger leads to hate, hate leads to suffering!

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    1. Igual para ti, Steph! Y citando a nuestro mutuo sensei Jedi: “There is no try, either do or don’t do.”

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  2. Muy interesante tu reflexión más aún el título y la imagen que eliges, ¿ será porque el dragón es un símbolo de lucha que implica reinvención ? la prueba de todo héroe. Vale la pena analizar tu propuesta de buscarlos y enfrentarlos.
    En este 2012 seguiré atenta a tus reflexiones, quizás descubra tips precisamente para enfrentar a mi dragón, mis mejores deseos para ti y tus lectores. Un abrazo.

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    1. Aqui andaremos, como San Jorge, buscando el dragón (o los dragones) que no nos dejan crecer! Abraxo y un 2012 lleno de retos y satisfacciones!

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    2. Gracias, Irma! Ahí seguiremos haciendo equipo para derrotar a la ignorancia en el 2012! Salud, dinero, amor, proyectos, viajes, y el largo etc, etc, etc de cosas padres para ti en este 2012! Abacho!

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  3. Hola Maestra de Maestras….incluyendo a Elba E. jijijiji ya sabes que te deseo “Salud” y más salud para que puedas seguir en el camino tan padre que elegiste disfrutando al max…
    Y por supuesto paciencia para seguir enseñando a la bola de iletrados que asistimos a tus maravillosos cursos. Me encantó descubrir tu blog.Un fuerte abrazo.
    Irma Levy.

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