100 Cosas, 100

En un post anterior (del que seguro ni se acuerdan ya, pero para que vean que no miento pueden ver aquí) les comenté la existencia de Dave Bruno y prometí algún día platicarles lo que hizo.

Hoy es ese día.

Resulta que este tipo no es una celebridad, no ganó ningún Óscar y probablemente el 100% de mis tres lectores nunca ha oído hablar de él.

Dave es un tipo común y corriente, de esos que no vemos y, por lo mismo, nada sabemos de sus logros y propuestas (en buena medida porque los medios han decidido ignorar a la gente que busca hacer algo extraordinario con su vida y talentos, prefiriendo centrarse en los chismes de alcoba y problemas de adicciones de las “celebridades” ).

El caso es que un buen día Dave paseó la mirada por su casa y se dio cuenta que tenía muchas más cosas de las que en verdad necesitaba.

Tantas que le asaltó una tremenda duda: ¿cuantas de estas cosas me son indispensables y cuántas son triques superfluos que ido acumulando a lo largo de la vida? (Nota de la redacción: este es el momento en que el lector pausa, levanta la vista del monitor, contempla su propio entorno lleno de triques y dice, hmnn, ¡caray, qué pregunta más interesante!)

Dispuesto a responder la interrogante, Dave decidió hacer “El Reto de las 100 Cosas” y vivir un año completo con sólo 100 cosas, 100.

Así como lo oyen: en estos tiempos chacharientos que corren, este tipo se deshizo de todas sus posesiones menos de 100 cosas (OK, hizo una pequeña trampa y no contó las posesiones familiares -comedor, cama, vajilla- y en vez de contar sus libros uno por uno, contó su biblioteca como una única cosa).

Pero aún así…

Vivir con sólo 100 cosas de uso personal (guardarropa y ropa interior incluidas). ¿Se lo imaginan?

Y no, antes de que dos y medio de mis tres lectores dejen de leer esto:

NO VOY A SUGERIR QUE HAGAN LO MISMO (pá que luego no me culpen si no se les secaron los chones de repuesto y tienen que reciclar los que traen puestos!!!).

Lo que quiero proponerles es un experimento más filosófico (metafórico, diría yo): hacer una lista de cuales serían las 100 cosas de uso personal sin las que no pueden vivir.

Y para que no me salgan con las típicas excusas de “es que tengo hijos”, “tengo marido o mujer” y a chuchita la bolsearon admito de entrada que pueden hacer trampa como Dave o como yo y contar su biblioteca o su computadora y todos sus programas como una sola cosa, pueden excluir lo que está en las áreas comunes de la casa o comparten con la familia (TV, sillones, comedor), pueden incluso quitar las cosas de primera necesidad (refri, auto, estufa, zapatos, chones, etc).

Como quien dice: pueden hacer todas las excepciones que les venga en gana. Pueden incluso hacer dos listas: una personal y otra de chamba. Aún así estoy segura de que la lista de sus posesiones personales excede por mucho 100 objetos.

Y la idea es que de esos objetos nos “quedemos” con solo 100. No porque vayamos a tirar todo el excedente como Dave. Simplemente se trata de un liberador ejercicio de claridad mental. Un darnos cuenta que no necesitamos tantas cosas como creemos, un empezar a tomarle la medida a todo lo que nos sobra, que no es otra cosa que tomarle el pulso a nuestra libertad interior.

Y es que, como bien dice Henry David Thoreau, “somos libres en la medida en que podemos prescindir de cosas externas”.

A más objetos, mayor servidumbre: hay que trabajar para adquirirlos, hay que cuidarlos, limpiarlos, tenerles un espacio propio, protegerlos para que no nos los roben o no nos los rompan, acomodarlos, asegurarlos etc, etc, etc.

Al final, nuestra vida acaba estando al servicio de las cosas que tenemos y las que deseamos tener y, a fuerza de trabajar para las cosas, nos queda poco tiempo para dedicarle a nuestra familia, a nuestro bienestar, a nuestra salud y a nuestro crecimiento personal.

Saber cuantas de las cosas que tenemos realmente nos aportan algo, cuantas usamos con cierta frecuencia, cuantas son “restos del naufragio de sueños pasados” y cuantas son realmente imprescindibles es muy sencillo. Basta tomar una pluma y papel y anotar sólo aquello sin lo cual nuestra vida actual se vería empobrecida. Aquello que nos sirve, nos ayuda o nos hace felices a nosotros; no al marido o a la suegra, o al perro del vecino. A nosotros (Mi Mac, mis jeans, mi raqueta Head: IM-PRE-SCIN-DI-BLES!!!).

Todo lo que no esté en esa lista es exceso de equipaje.

Y ya cada quien sabrá si prefiere pagar el costo existencial de cargarlo o si es hora de empezar a viajar ligero (para los que decidan esto último aquí hay algunas ideas de cómo empezar a desentilicharse).

2 responde a “100 Cosas, 100”

  1. Avatar de David Gómez Melo
    David Gómez Melo

    Súper Claudia, ¡que buen tip! Quedarse con sólo 100 cosas. Hmmmm…Mirando a mi alrededor me parece una misión imposible. Pero empezaré a contar. A lo mejor en ese proceso de depuración descubro quién soy (lo que me da más miedo que tirar tantas cosas).

    Desde el Rincón del Tiradero, recibe por favor 100 saludos, 100.

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    1. Mi buen Super David, de mis dos lectores fuiste el único 50% que encontró la idea digna de comentarse, ja, ja. Será tu veta franciscana, evidente en el peinado?

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