La Mente Ecológica (Verde)

De la Primera a la Segunda Fase de Desarrollo

Quedamos entonces que la crisis de los 40 es básicamente el hastío con la vida competitiva, con la presunción social y con la ambición de acumular cosas  que caracteriza a nuestros años Naranja. Y eso ya nos debe dejar claro que no todos “pasamos” la crisis.

Hay muchas -muchísimas- personas (salen en los suplementos sociales) que “truenan” (suspenden) esta fase del desarrollo y se quedan atascadas en la inútil demostración de su inmunidad al paso del tiempo que, entre más años pasan, más ridícula resulta (nomás no les digan que lo dije yo).

Pero la crisis de los 40 -o, lo que es lo mismo, el paso del Naranja al Verde- supone, dice Graves, más oportunidades que amenazas pues estamos en la fase final de la primera etapa del desarrollo humano: un desarrollo que en su primera fase se caracteriza más por la ambición de tener que por la de ser.

La llegada de la Mente Verde es una epifanía: de pronto nos damos cuenta que en la carrera por ser número 1 dejamos facetas enteras de nuestra personalidad sin desarrollar y que -pese a nosotros mismos- vivimos en lo que Max Weber llamaba el “espléndido aislamiento” de la jaula dorada. O sea:

Tenemos mucho, somos poco.

Nace entonces la nostalgia verde, verde, verde de simplificar nuestra vida, vivir con mayor sencillez, prescindir de tanto artificio y artefacto, disfrutar los placeres sencillos, desacelerar el tren de vida, estar más en contacto con nosotros mismos, con los demás y con la Naturaleza. Somos verdes.

Verde que te quiero verde

Si se pudiera definir la Mente Verde en dos patadas, probablemente estas serían: búsqueda de lo esencial. Es el momento de cambiar de piel y dejar atrás todas esas fachadas artificiosas -posesiones, roles sociales, pertenencias- con que hemos construido nuestra identidad y que, para colmo, le hacen la vida imposible a millones de seres humanos y no humanos del Planeta.

“Me fui a los bosques -escribió en 1854 Henry David Thoreau, uno de los primeros individuos verdes de la historia- porque deseaba vivir con deliberación, enfrentar sólo los hechos esenciales de la existencia y ver si no podía aprender algo de ellos…Deseaba vivir profundamente y chupar la médula de la vida.” (Walden o la vida en los bosques)

En términos más modernos este “chupar la médula de la vida” se llama “Sencillez Voluntaria” (Voluntary Simplicity), un movimiento global que apuesta por una vida más frugal, menos complicada, menos onerosa ecológicamente, menos estresante y de mayor disfrute. “Vive más sencillamente, para que otros sencillamente vivan” y/o “Menos es más” son lemas de vida totalmente Verdes.

Y, antes de que algún Naranja dulce piense que esos idealismos terminaron con el movimiento hippie y la música de Los Beatles y John Lennon (Imagine there’s no Heaven…), les tengo noticias: si bien los hippies fueron el primer estallido social del Verde, según Duane Elgin, pionero en el tema, actualmente un 15% de la población de las naciones más desarrolladas de la Tierra ha diseñado su vida (y las de sus hijos) en torno a los ideales de la “Sencillez Voluntaria”: casas más pequeñas y amigables con el entorno, bici en vez de auto, comidas más naturales y lentas, comunidad por encima de competencia, experiencias por encima de posesiones, reconexión con la comunidad y con la Naturaleza.

Tiny Houses y Slow Food Movement, son solo dos expresiones de esta tendencia que incluye ya iniciativas de Slow Travel, Slow Parenting, Slowcitta, Slow Bicycle, Slow Reading, Slow Sex (you get the idea…S-L-O-O-O-W )

El Retorno a la Naturaleza y el Noble Salvaje

De todas las Mentalidades del colorido espectro mental que hemos recorrido hasta ahora, la Verde tiene mayor afinidad con la Morada. Es más, si me apuran diría que la Verde es la Mente Tribal en su versión moderna y sofisticada.

Esto es a la vez causa de su gran acierto y de su gran error filosófico.

Como mente sofisticada que es, la Verde comprende que la existencia es mucho más que producir y consumir a lo loco.

Comprende también que el estilo de vida Naranja basado en la producción y consumo indiscriminados, es la causa última de los enormes daños que los seres humanos hemos infligido a las comunidades rurales, a los seres vivos no humanos y al planeta. (The Story of Stuff de Annie Leonard es una maravilla Verde).

Y el gran acierto de la Mente Verde es buscar alternativas a ese estilo de vida destructivo que hemos entronizado como “la cumbre de la vida civilizada”.

El problema es que, lejos de buscar soluciones hacia adelante (como hará la Mente Amarilla), la Mente Verde mira para atrás e idealiza románticamente la vida tribal, primitiva, inocente, ignorando deliberadamente que dicha vida suele ser brutal y existencialmente empobrecedora para quienes en ella moran.

Consciente o inconscientemente el Verde suscribe la tesis rousseauniana del “Noble Salvaje”, según la cual “todo tiempo pasado fue mejor” y el “progreso” (léase la ciencia y la tecnología) es el verdadero y único causante de nuestra deshumanización (su cita favorita es de Black Elk o algún otro líder indígena).

De ahí que la mayoría de las soluciones Verdes radicales sean de rechazo, de abandono, de fuga: irse a vivir a la comuna hippie o a la comunidad rural, boicotear productos que no cumplan con ciertas características, preferir lo artesanal a lo manufacturado, la idolización de la vida rural, renegar de su nombre y buscar otros más apegados a la Tierra, etc.

La Savia de la Vida Postproductiva

Dicho esto, no puede negarse que cuando la Verde deja de suspirar por el Paraíso Perdido, ha hecho enormes contribuciones a la sociedad. De hecho, como acertadamente dicen tanto Daniel Goleman en Intelligencia Ecológica y Paul Hawken en Blessed Unrest– la Mente Verde está restaurando la belleza y la esperanza a nuestro mundo.

Y es que la justicia social, los Derechos Humanos, la igualdad de géneros, el tratamiento ético de los animales y el movimiento ecológico son todos hijos de la Mente Verde.

Como también lo son la “corrección política”, los estudios de género, la apreciación de las culturas marginales y, en general, de todo lo que se desvíe del monologo cultural y el canon impuesto por la cultura Europea/Americana MWASP (Male, White, Anglo-Saxon, Protestant) que domina el panorama global.

Y es que la Mente Verde sabe por experiencia propia lo que es ser excluido, tratado como cosa, ignorado o explotado. Y su nueva sensibilidad le lleva a querer dar voz a los que no la han tenido. A los humillados y ofendidos por el dominio del más fuerte.

De ahí la aparición de unos años para acá de los estudios de género cuya pretensión no es otra que escuchar la historia contada desde la perspectiva femenina. O los proyectos musicales (Buddha Bar, Café Ibiza, Putumayo) que traen a nuestros oídos ritmos y sensibilidades autóctonas. O la aparición de cultos y ceremonias que celebran y honran a la Madre Tierra (Solsticio de Verano en Palenque, Día de la Tierra, etc) y suponen vestir de blanco, hacer danzas prehispánicas, visitar ruinas de civilizaciones desaparecidas en los solsticios (Stonehenge, Palenque, Chichén Itzá), etc.

La Naturaleza y los seres vivos no humanos cuentan con especial predilección de la Mente Verde que es la primera en señalar que -contrario a las creencias monoteístcamente azuladas- el hombre no es la cumbre del Universo, sino una especie más que, si en algo destaca de los demás seres, es en su capacidad de destrucción y, por ende, en su responsabilidad por el bienestar del todo.

Verdísima es la organización PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) y verdísimo es el poema de Adrienne Rich de donde salen estas líneas: “Mi corazón se conmueve con todo lo que no puedo salvar; Se ha destruido tanto que debo echar mi suerte con aquellos que, edad tras edad, sin poder extraordinario alguno, reconstruyen el mundo” (Natural Resources).

Verde Personal: Autenticidad, Voluntariado, Empresariado Social

Si “pertenencia” es el valor más codiciado por la Mente Morada, “poder” por la Roja, “santidad” por la Azul, y “productividad” por la Naranja; “autenticidad” es sin duda el valor Verde por excelencia.

Lo auténtico es lo carente de artificio, lo natural, lo que se presenta tal cual es, sin sofisticaciones, pretensiones o deseos de engañar.

Y la Mente Verde busca convertirlo en un estilo de vida: desde su dieta a base de granos enteros y lácteos sin procesar; hasta su persona vestida en fibras no sintéticas, tejidos artesanales y un decidido rechazo a la piel; pasando por su casa donde reinan los calentadores solares y demás energías alternativas; y su personalidad de “soy como soy”, todo la Verde está basado en ese valor medular que es la autenticidad.

Las relaciones del Verde con los demás siguen la misma lógica: el Verde prefiere pocos amigos genuinos a muchos “contactos”; y busca más la calidez que la popularidad. Genuina y realmente, el Verde busca compartir, comprender, apreciar y, sobre todo, ayudar al otro.

La Verde es una Mente en la que involucrarse en una empresa cooperativa es mucho más satisfactorio que hacer carrera en Apple o Microsoft; donde escuchar al anciano del pueblo contar un cuento en torno a una fogata deja más aprendizaje que una maestría en Harvard; donde es preferible compartir buenas vibras y establecer relaciones de gana-gana con una comunidad que ser dueño de una compañía del Fortune 500.

Porque en la Mente Verde, la empresa está para servir al hombre y no el hombre a la empresa (me están saliendo mis canas verdes a raudales!)

Fascismo Verde

Pese a todo lo dicho hasta aquí ya sabemos que ninguna Mente es candidata a la Santidad Súbita y que, por muy positivo que haya sido su aporte, todas tienen su lado oscuro. Y lo mismo aplica para la Mente Verde (musgo) cuyos excesos han llevado a acuñar el término “Fascismo Verde”.

Y es que, cuando se pasa de tueste, la Verde -como toda Mente comunitaria- es bastante maniquea: la pobreza y falta de desarrollo de comunidades e individuos se equiparan en automático a bondad moral (México Profundo). El pobre es bueno, el rico -al margen de si su riqueza es producto de años y años de esfuerzos honestos- es malo, explotador, perverso (cualquier semejanza con el discurso de López Obrador no es mera coincidencia).

El Verde -que se dice y suele ser muy tolerante hacia el diferente (gays, gente de color, gente de otros credos)- pinta su raya cuando se trata del rico (Naranja) y el poderoso (Rojo). A ambos los tiene por los causantes de todos los males de la Humanidad y los juzga a bulto. Y aquí si el principio sagrado de evitar el daños y la destrucción pasan a segundo plano si la lucha es contra el rico o los intereses corporativos. Aquí si, el fin (evitar la destrucción) justifica los medios (destruir).

La Verde, no existe mejor expresión, es una mente en lucha de clases. No hay -como cualquier análisis somero de la realidad revela- pobres que también son malos o ricos/poderosos que han demostrado virtudes sociales. No.

El mal que hace el rico -piensa el Verde- siempre es en aras de una ambición personal insaciable, mientras el mal que hace el pobre es por ignorancia o muy humana desesperación. O dicho de otro modo, el mal del pobre se justifica por ser “lo que todos hubiéramos hecho en su lugar y circunstancias”, el mal causado por el rico no se justifica porque lo “único que quieren es tener más y la gente les vale”. Y esto de fondo no es sino maniqueísmo verde: el rico hace el mal por elección y perversidad mientras el pobre delinque  por necesidad.

No por nada, en su etapa Verde musgo Jean Paul Sarte llegó a justificar el terrorismo como “la bomba atómica de los pobres” que les permitía llamar la atención del mundo sobre las injusticias contra ellos perpetradas por los colonialistas occidentales (amén de que las pobres víctimas ni vela tuvieran en el entierro).

Pero esa no es la única expresión del Verde musgo que, en su incapacidad de ver el legado positivo de la Mente Naranja suele condenar de palabra a las “maquiladoras” capitalistas y no tener empacho en usar todos los gadgets que estas producen (¿se acuerdan del Sub Marcos con su discurso anticapitalista y sus celulares, radios, antenas, etc?)

O perorar contra los pérfidos Yanquis al estilo profe universitario enfundado en sus Jeans y T-Shirt (atuendo favorito del Verde informal) made in Indonesia o México by Levi’s (¿Alguien nota la ironía o solo a mi se me aparece en tamaño gigante?)

Pero, contrario a lo que creen los Verdes Musgo, el suyo no es el último y mejor estado de evolución mental. Como dijo Graves: el proceso es infinito, así que el Verde es apenas un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la Humanidad en su búsqueda interminable… (que no se apuren, si tendrá fin una vez que demos cuenta de la Mente Turquesa que no es la última en términos absolutos -¿qué parte de interminable no entendieron?- pero si la última que se ha manifestado lo suficiente como para que se pueda estudiar).

La Semana que viene: La Verde-Amarela (Brasil, Lalalalalala-lala)

3 comentarios

  1. Excelente Claudia ! una pregunta : como podemos pintar un ¨poco¨ de verde a varios de nuestros representantes sociales , empresariales y demás gremiales ? la generación del cambio no cambio …….saludos y buen fin.

    Me gusta

Deja un comentario

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s