De entrada, les advierto que este post nada tiene que ver con la trilogía bestseller que según mis fuentes está haciendo las delicias imaginativo-eróticas de las féminas mundiales.
Por si no les había quedado claro, no soy nana, ni eclesiástica, para andarles diciendo que pueden leer y que no. Total, si sus ojazos quieren deleitarse con las peladeces de E.L. James, pues ¡adelante y provecho! Yo este 2013 tengo mejores fantasías que realizar…
De hecho, los que me preocupan son otros 50 tonos de gris. Esos grises existenciales que colorean la vida de millones de seres humanos y que pueden hacer los días de este recién inaugurado 2013:
Plomizos, grisáceos, sombríos, vulgares, corrientes, aburridos, apagados, monótonos, anodinos, agrisados, cenicientos, comunes, regulares, insustanciales, insulsos, insípidos, sosos, ordinarios, insignificantes, fútiles, triviales, nimios, incoloros, opacos, indiferentes, gastados, entrecanos, pardos, aplomados, borrosos, ni fú in fa, entre azul y buenas noches, tristes, melancólicos, taciturnos, difusos, nebulosos, desvaídos, terrosos, vagos, inciertos, incomprensibles, velados, lóbregos, confusos, pesimistas, afligidos, míseros, lluviosos, encapotados.
En una palabra: MEDIOCRES (¿Qué tal la lección de “Enriquezca su vocabulario”, eh? Aunque no lo crean me tuve que pasear por medio mundo hispanoparlante para dar con 50 adjetivos que fueran sinónimos de “gris”… todo con tal de hacer cuadrar el artículo con el título!!)
Pero más allá de engrosar su léxico, espero que haya quedado claro que hay muchos tonos de gris y que -si mis lecturas existencialistas no me fallan-, por angas o por mangas, sin quererlo ni desearlo, esos son los tonos de nuestra existencia porque gris es el color de la zona de confort, de ese “no te azotes” con que abordamos nuestros días.
Y yo no quiero que mis días, ni los días de mis lectores, sean grises. Quiero que se azoten. Quiero que le batallen. Quiero que se consuman. Quiero le echen a sus días el ingrediente principal de los omelettes. Porque quiero que para todos y cada uno de nosotros 2013 sea un año brillante, radiante, genial, soleado, claro, optimista, alegre, relevante, vivo, nítido, colorido, feliz, locuaz, decidido, destacado, distinguido, jubiloso, animado, luminoso, sobresaliente, excelente, en una palabra: PSICODÉLICO.
Y eso, coinciden Sartre, Kierkegaard, Heidegger y Nietzsche (además de Ortega y Gasset, Hesse y Camus) no ocurre por suerte sino por designio.
Así que yo no sé si ustedes van a hacer propósitos o planes, pero yo ya me lancé con mi psicodélica celebración del error de los Mayas y sé que este año quiero luchar sin cuartel para mejorar como profesionista, hija, hermana, amiga y atleta.
Quiero serle de utilidad a mis lectores y quiero inspirar a mis alumnos.
Quiero vencer todos los obstáculos, empezando por el mayor: mi propia desidia.
Quiero emprender cosas complicadas -imposibles incluso-, cosas que me hagan estirarme al límite y crecer un poquito.
Quiero reír y hacer reír este año para saborear la absurda maravilla de ser humano.
Quiero ignorar lo negativo y hacer la diferencia positiva que está en mis manos. Dejar de criticar lo que hacen los demás y empezar a hacer lo que yo puedo hacer.
Quiero dejar una huella compasiva por donde camine, evitando hacer daño y ayudando todo lo que pueda.
Quiero disfrutar cada comida, cada melodía, cada color, olor y sensación que el 2013 me traiga como regalo.
Quiero aprender mucho y dar un paso hacia la imposible e inalcanzable sabiduría; esa que comprende que podemos saber mucho y, sin embargo, no sabemos nada…
Y, si también sé que me voy a quedar corta. Lo asumo. Porque sé que un día los Mayas van a tener razón: el mundo -mi mundo- llegará a su fin y cuando eso suceda, espero dejar tras de mi un fugaz, colorido y luminoso arcoiris y no una nube de smog de 50 tonos de gris descolorido.
Dejar un comentario