Messi: Gracias Totales!

Hace muchos, pero ya muchos, años usé la segunda parte de este título (prestado del gran Gustavo Cerati de Soda Stereo) para despedirme de quienes habían seguido mi pequeña carrera periodística.

Hoy uso esa argentina expresión para fines completamente distintos: agradecer a Messi sus 21 años con el Futbol Club Barcelona. Veintiún años de los cuales he disfrutado cada minuto de los 16 que pasó en el primer equipo.

No discuto que el Club lo haya tenido que dejar ir por problemas financieros. Aún siendo la decimoséptima economía más importante del mundo, el fútbol no es ajeno a las consecuencias del Covid 19. Tampoco niego que el nivel de Messi había bajado en las últimas temporadas, que su regate ya no dislocaba la cadera del rival, que la velocidad de sus cortas piernas (más de caballo percherón que de pura sangre) ya no era tan fulminante como en la época de Pep o Tito; o que sus jugadas magistrales ya aparecían a cuentagotas. Qué se le va a hacer? Como dijo el poeta: “todo pasa y todo queda” y el tiempo no perdona ni a los genios.

La verdad es que no sé si será el mejor futbolista de todos los tiempos. Le dejo a Hegel y a sus discípulos -capaces de enjuiciar la totalidad de la historia humana desde la engañosa atalaya del presente- ese tipo de debates. Yo hablo por mi modesta tajada de tiempo donde Messi reina supremo como el mejor futbolista que llegaré a ver.

Igual otra generación hablará de los méritos de Pelé o Maradona. Otros dirán, no sin razón, que CR7 tiene mejores números. Pero los números nunca me han simpatizado y para mí el fútbol es más arte que contabilidad. Por eso asevero -con Jorge Valdano de testigo- que el genio indiscutible del balompié es Lionel Andrés Messi Cuccittini.

Un Messi al que Frak Rikjaard debutó en el Do Dragao cuando tenía 17 años y pinta de niño bobo.Un Messi al que vi anotar -allá en Mayo del 2005- su primer gol (dos veces!!) de “vaselina” a pase de Ronaldinho Gaucho; un Messi a quien vi ser consolado por el gran guerrero culé Carles Puyol tras fallar un penal ya con el 19 en el dorso. O el Messi del eterno 10 blaugrana a quien tuve el privilegio de gozar en la temporada más perfecta de la historia del futbol.

Ese Messi sublime que bajo la batuta de Guardiola con Iniesta en la viola y Xavi en el clarinete, ejecutó lo más parecido -futbolísticamente hablando- a la Oda a la Alegría de Beethoven.

Y luego, pese a la partida de Pep y el cáncer de Tito Vilanova (qepd); pese a las contrataciones fallidas de la directiva; pese a perder socios importantes en el terreno de juego (Xavi, Iniesta, Eto’o, Neymar, Suárez), ese Messi que siempre estuvo ahí, jugando solo o forjando hermandades secretas con Piqué, Rafa Márquez, Dani Álves o Jordi Alba, pero siempre derrochando talento en favor de los colores blaugrana.

No, no es fácil decir adiós a tantos años de tardes de ensueño; de un futbol que era garantía de deleite; de goles que literalmente nos hicieron llorar por la belleza de su concepción y su ejecución; de tiros libres que nos dejaban mesándonos los cabellos, exclamando “no manches!” y esperando la repetición en cámara lenta para ver cómo había sido posible tal maravilla. El Messi que tiene más goles de antología que todos los jugadores actuales juntos.

Hoy Messi se va sin siquiera esa última ovación que -de haberse dado- tendría que haber durado un partido entero. Una ovación que si el ser humano supera su habitual mezquindad, le será brindada cuando se presente en el Camp Nou defendiendo una camiseta rival.

Por supuesto que hay Messi para rato en París. El PSG es un equipo que se ha armado estupendamente bien y que, gracias a los petrodólares de sus dueños, tiene grandes oportunidades de ganar la Champions (algo que ya lucía lejano para el Barsa). Ahí Messi tendrá socios de indudable talento: Mbappé (si se queda), Neymar, Ramos, Di María, Donaruma, Rabiot, Verrati…

No hay duda que pese a mi animadversión hacia el conjunto parisino (un América francés hecho a golpe de billeye), seguiré a Messi hasta que su futbol (o más bien su carrera) se agote. No tengo alternativa: dos de mis grandes amores -mi perro y el argentino- se llaman Messi.

Pero separar a Lionel Messi del Barcelona será como separar la luna de la noche, el mar de la sal, la espuma de la cerveza, el Correcaminos del Coyote: la razón dice que es posible, pero el corazón sabe que ambos pierden algo importante, algo esencial en el divorcio.

En las sinapsis que forjan mi realidad, Messi es, ha sido y siempre será culé y sus goles nunca serán tan dulces como en LaLiga y el Camp Nou. Dicho de otro modo: seguiré a Messi pero no al PSG porque ya lo dijo Pascal: “el corazón tiene sus razones que la razón ignora”.

Hace años, cuando dejé de llorar las derrotas de mis Chivas o de la Mannschaft, alguien me dijo que no llorar esas tonterías era parte del proceso de madurez. Será, pero, ¿qué quieren? A mí (como dijo Max Weber) la dichosa madurez -y la partida de Messi del Barcelona- me saben a puro desencanto 🥲.

2 comentarios

  1. Me encantó tu texto, tu pasión por el fut bol, tu justificada admiración por el tocayo de tu chucho. Muchas gracias, querida Claudia! Me atreví a compartírselo a Enrique Toussaint, gran fan del Barça. Un abrazote!

    PD. Traemos hija y nieta con covid. Van librándola. Dios quiera.

    El El dom, 8 de agosto de 2021 a la(s) 18:56, Simple Mind Project escribió:

    > Claudia Ruiz Arriola posted: ” Hace muchos, pero ya muchos, años usé la > segunda parte de este título (prestado del gran Gustavo Cerati de Soda > Stereo) para despedirme de quienes habían seguido mi pequeña carrera > periodística. Hoy uso esa argentina expresión para fines completam” >

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  2. Claudita, me gustó mucho que volvieras a escribir y me da tristeza que estés sufriendo, pero ese es el problema de ser un fiel fan, se goza pero también se sufre. Totalmente entendible!!!
    Abrazos 🤗

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