
Los dos atentos lectores de esta serie habrán notado ya que hay una idea que -como el mítico fantasma de Marx-, recorre este Camino Occidental a la Iluminación: la reiterada advertencia de que los neuróticos habitantes del siglo 21 tenemos de buscar espacios para el silencio, la quietud y para ejercer el difícil arte de dejar a las cosas ser.
Bien, pues hoy les voy a revelar por qué crear esos espacios es tan importante. Pero advierto que lo que voy a compartirles es material radioactivo, capaz de producir mutaciones extrañas en su percepción del mundo y comportamiento. De hecho, la primera vez que yo leí este “secreto”, perdí el sueño como dos semanas.
Pero el insomnio -dicen por ahí- es bueno: significa estar despierto, estar consciente, estar alerta. Existencialmente “estar despierto” es sinónimo de ser libre: libre de los mezquinos caprichos del ego, libre de falsas expectativas, libre de las ilusiones que nuestra sociedad de consumo crea por montones.
Así que hay les va el secreto heideggariano que les va a quitar el sueño, iluminar la vida, causar extrañas mutaciones ópticas y de conducta, les esclarecerá para siempre la necesidad de ocio filosófico y les hará desear irse a vivir en una ermita en la punta del Monte Athos (Luego no digan que no les advertí):
“La esencia de la verdad es la libertad”.
¿Qué, dirá Porky, eso es to… eso es to… eso es todo, amigos?
Si, eso es todo y si estuviéramos aun en tiempos bíblicos les aseguro que los pilares de la Tierra hubieran temblado y la bóveda de los Cielos se hubiera resquebrajado como cascarón de huevo al escuchar tan importante secreto. Pero como estamos en la Era de la Información y los bytes, gigabytes y therabytes de estímulos conceptuales nos pasan por el cerebro a tal velocidad que no logramos retenerlos más de un segundo entre ceja y oreja, se los voy a repetir en cámara lenta por si se lo perdieron (como los goles):
“La… esencia… de… la…. verdad…. es… la… libertad”.
Ora hay les va la traducción: lo que Heidegger quiere decir es que si queremos conocer a una cosa o a una persona a fondo, tenemos que aprender a suspender nuestros juicios inmediatos (me gusta/no me gusta) y limpiar nuestra mente de expectativas o ideas preconcebidas porque si nos plantamos ante una realidad o persona con una serie de ideas preconcebidas sobre ella, nunca la vamos a conocer de verdad: conoceremos sólo lo que nuestros PRE-juicios (juicios realizados ANTES de conocer una realidad a fondo) nos permiten ver (y es bastante poco).
Decir que la esencia de la verdad es la libertad significa que sólo cuando no imponemos nuestras ideas sobre el otro, cuando no nos empeñamos en someter a cosas y personas a nuestra voluntad sino que las dejamos mostrarse tal cual son -cuando las escuchamos realmente- percibimos su verdad más íntima.
Y antes de que el 50% de mis dos lectores me acuse de haber levitado, ahí les va un ejemplo feisbukero:
Pensemos que después de mucho tiempo, nos encontramos a alguien de nuestro pasado en el Facebook que nos solicita nuestra “amistad” (whatever that means).
Obvio que tenemos una serie de prejuicios sobre esa persona cuando picamos (o dudamos en picar) la aceptación de amistad. Tenemos una idea de cómo era, qué le interesaba, más o menos qué pensaba o creía allá en nuestra lejana infancia. OK. Ahora digamos que “aceptamos su amistad” y nos empiezan a llegar sus noticias.
Y entonces, en automático, asumimos una de tres actitudes:
A) Confirmamos nuestros PREjuicios (es una sangrona, ya lo sabía),
B) Contrastamos nuestros prejuicios (¡cómo ha cambiado! o ¡sigue igualito!)
C) O, en casos extremos llegamos a la ridícula actitud de querer controlar lo que esa persona publica en su muro porque “no va con lo que nosotros pensamos” (¿Who cares?)
El problema es que Heidegger tiene razón y como la esencia de la verdad es la libertad, así leamos cada detalle de la vida de esa persona, no la vamos a conocer pues nunca le dimos la libertad de mostrarnos quien es HOY. Le dimos únicamente la oportunidad de compararse con nuestras ideas obsoletas y nuestros prejuicios y, en el proceso, perdimos la oportunidad de conocer o re-conocer su realidad actual.
Y lo mismo ocurre con cualquier cosa que queramos conocer, porque la mente es como un jardín que se va llenando de maleza (prejuicios) y de enredaderas invasivas (expectativas) que, si no las podamos, sofocan todos los brotes de ideas nuevas y nos impiden ver lo que hay más allá de ellas.
Conocer la esencia de cualquier cosa o persona, nos recuerda Heidegger, requiere realizar constantemente este trabajo de poda, que no es otra cosa que aprender a mirar libres de prejuicios: “La libertad –escribe el nativo de Messkirch- deja a las cosas ser lo que son. Se revela a sí misma como un Seinlassen (dejar ser). Pero no en el sentido de dejar a las cosas en paz, renunciar a ellas, ser indiferente o descuidarlas (…) Dejar ser es involucrarse con las cosas, pero no para manipularlas, administrarlas, explotarlas, preservarlas o proyectarlas. Es más bien retroceder frente a las cosas para permitirles revelarnos lo que son y cómo son”.
Dejar ser supone entonces podar nuestros prejuicios para permitir que el otro florezca.O lo que es lo mismo: No creer que ya sabemos o ya lo conocemos, sino permitir a las cosas o personas mismas contarnos la historia de cómo llegaron a ser lo que hoy son, sin juzgarlas, sin esperar que ese camino o su resultado sea el que nosotros hubiéramos deseado.
La esencia de la verdad es la libertad, dice Heidegger. Y, añado yo: dejar a alguien o algo en libertad para ser quién es sin juzgarlo requiere paciencia, humildad y generosidad.
Tres virtudes de las que hablaremos la próxima semana y que son cruciales para este Dao de Occidente, porque sólo cuando logremos ese mirar libre de prejuicios que deja al otro en libertad para desplegarse y florecer, seremos capaces de apreciar a cada uno de los seres que nos rodean (y de pasadita hacer más amable y habitable esta Tierra).
Hace tiempo decidí dejar de juzgar a las personas…pero (ahora creo que mañosamente), me reservé el derecho de administrar mis simpatías. ¿Será ello indicio de mis prejucios?
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Ja, ja, creo que la frontera entre uno y otro es más delgada que un pelo de rana!
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Hola Claudita. Que padre el capítulo de esta semana! Tu crees que si a nivel sociedades, culturas, se permitiera esa libertad de tener el gobierno con el que cuentan, estemos o no de acuerdo con ellos, y no se tratara de imponer una fórmula diferente, se evitarían guerras y conflictos? Crees que tarde o temprano se iría relajando el sistema de gobierno e irian cambiando las cosas más rápido y fluido? (pensemos en el islam por ejemplo y el tratar de imponerles una democracia) Crees que en occidente hemos encontrado esa Verdad?
Gracias como siempre por alimentar mi alma con tus dosis del Tao. Que tengas buena semana. Un beso…
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No, yo creo que la verdad se propicia y si es difícil a nivel individuos, cuanto más a nivel sociedades porque tendríamos que hacer un pacto para que nadie le impusiera su gobierno a nadie: ni los chinos a los tibetanos, ni los EU a los árabes, ni los judíos a los palestinos o viceversa… ta cañón! Afortunadamente, como dice el Dalai Lama, a nosotros no nos toca arreglar el mundo, sino tratar de ser más compasivos con lo que tenemos al lado todos los días y con eso hay…[?] Igual para ti, buena semana!
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Claudia, creo que tus escritos de esta serie me meten en problemas cada semana. Por ejemplo, lo que dices hoy, ” dejar ser es involucrarse con las cosas, pero no para manipularlas, administrarlas, explotarlas, preservarlas o proyectarlas” y “no creer que ya sabemos o ya lo conocemos, sino permitir a las cosas o personas mismas contarnos la historia de cómo llegaron a ser lo que hoy son sin juzgarlas, sin esperar que ese camino o su resultado sea el que nosotros hubiéramos deseado”. Pues yo hago todo lo contrario todos los días, todo el día. Es mi trabajo. Tengo un grupo de personas a mi cargo a quien debo dirigir y con quien tengo que alcanzar objetivos. No se si las ideas que planteas puedan aplicarse para la forma de vida actual. O sólo fuera del ámbito laboral, pero lamentablemente es donde paso la mayor parte de mi vida. Porque a mi si me gustaría cambiar, creo que puedo alcanzar mayor plenitd de la que tengo.
Y bueno…… cada semana es lo mismo. Oscar me pregunta cada fin después de leerte, y ahora que dice Claudia?, por que quieres renunciar hoy? o que cosa loca quieres hacer?….. por eso digo que tus escritos me meten en problemas.
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Ja, ja! Ora resulta que me voy a ser la culpable de tu renuncia??!! Hmmn que buen paro, pero no…no va a estar tan fácil! Yo creo que si es posible vivir así pero claro que no vamos a cambiar de golpe y porrazo por leer un post, es un asunto de practicar años (y aun así creo que hasta los mas iluminados de pronto tambien juzgan). Mi propuesta en esta serie es más modesta: tratar de irnos dando cuenta que muchas veces encasillamos al otro y nos resulta dificil darle otra chance o tratar de comprender porque hace lo que hace o dice lo que dice. No creo que sea tanto cuestion de cambiar radicalmente nuestro trato, sino de estar conscientes de nuestros procesos mentales, saber que estamos viendo y juzgando al otro a traves de ciertos lentes y que a veces esos lentes resultan injustos porque no nos dejan ver mas de la persona que esa idea que ya nos hicimos. Asi que si te mete en problemas leer estos asuntos…vas por buen camino! Como dice Heidegger: si pudiéramos dar una respuesta a estas preguntas seria precisamente un cambio en nuestra percepcion. Buena semana! Y no renuncies! (al menos no por mi culpa).
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Óyeme Caludia, a mí como a ti y a Silvia también se me movió el tapete: ¿cómo que para mirar a-la-Heidegger tengo que renunciar a mis prejuicios? ¿Y entonces con qué me quedo para juzgar? ¿Qué no un ser racional juzga? ¿O sea compara con las creencias -prejuicios- que se han formado a lo largo de la vida? ¿Cómo las abandono? ¿Cón qué me quedo para entender las cosas? …Very interesting…No se ve muy fácil: acercarse al mundo, a las personas y a uno mismo con los ojos de un niño…como si fuera la primera vez…Ah jijo, me dejas confundido…Esperaré a la próxima entrega, si es que no pierdo el “juicio” antes de entender cómo desarrollar la paciencia, la humildad y la generosidad que comentas para aprender a ver con otros ojos…Y aunque sea desde el manicomio, estaré a pendiente de tu siguiente mensaje…(Y en caso de que me agarre un loquero, tampoco resistiré la tentación de decirle que mi locura – o falta de juicio- la adquirí en el zoológio de Yahvé…)
Creo que esta vez puedo despedirme diciéndote que literalmente me estás volviendo loco.
Te saluda, entusiasmado como siempre, el futuro Orate Melo
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Mi estimado Orate de Melo (y le quito lo de futuro porque como con Silvia, ese San Benito no me lo van a colgar a mi, mira que ya estabas dañadito desde endenantes), espero que al menos la comida del asilo no sea del todo mala como la que le daban a Nietzsche, el otro loco de la filosofía moderna. Sip, mirar a lo Heidegger implica suspender prejuicios pero no forever y no en todas las circunstancias, acuérdate que dividimos el pensamiento en tres: crítico, creativo y ontológico. En el primer caso juzgar es necesarísimo para orientarnos en el mundo, pero igual que dijimos que si empiezas a juzgar las nuevas ideas muy pronto, no sera posible ejercer el pensamiento creativo, en el pensar ontológico -que es el que usamos cuando de verdad queremos conocer a algo a alguien- necesitamos suspender los prejuicios, ir a lo “verdadero a través de lo correcto”, mirar más allá de la etiqueta que le hemos puesto a las cosas, verlas -lo que se dice realmente verlas. Pero es un ejercicio similar a la meditacion: algo que hacemos en ciertos momentos y que nos lleva a enriquecer nuestra manera de ver, no algo que se pueda sustentar en todo momento de la vida. Así que como esta serie: en dosis homoepaticas y con paciencia, iremos aprendiendo otra manera de ver. Abraxo!
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Aquí estoy otra vez y la confusión no me deja, por un lado entiendo que hay que quitarse los prejuicios para conocer la esencia, (una cosa es que lo entienda y otra cosa es que lo viva, en fin seguiré en la lucha pero está cañón, ya siento el desánimo antes de empezar.)
y por otro lado estoy interpretando que el quitarse los prejuicios para ver lo que realmente es sería la clave de la fenomenología? pero heidegger no se oponía a ésto? no pensaba que el mundo era un sin sentido? que no podemos estar seguros de porqué estamos aquí? entonces estaríamos menos seguros de lo que son los demás? help!!! necesito que me aclares la mente, hágase la luz…..
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Woo-Hoo! Comienzo a sentirme como el Dr. Frankenstein cuando la criatura comenzó a moverse!! Confusos, desanimados, orates y gente en crisis! Como diría Galileo todos síntomas de que E pur si muove la neurona! Ja, ja, los prejuicios son lo mas dificil de combatir porque los tenemos tan arraigados que nos sentimos encuerados sin ellos. Y si, estas en lo correcto, Heidegger se oponia a la fenomenologia, pero no al metodo (ir a lo verdadero a traves de lo correcto o, en sus palabras “A las cosas mismas!”) sino a las conclusiones (creer que podemos establecer en una formula matematica la verdad de los seres). Porque entonces estamos cambiando prejuicio por prejuicio (puesto que las matematicas son un lenguaje “prejuiciado” que solo ve lo que se puede expresar numericamente). Para Marty, el mundo en un sinsentido en el sentido (valga la redundancia) existencial: nunca llegaremos a saber cual es el sentido de la existencia, por lo tanto hay que crearlo… y crear ese sentido es ser Dasein (lugar donde el Ser es), o lo que es lo mismo, la maxima capacidad humana puesto que somos los unicos seres capaces de ver las cosas no desde la optica de nuestra necesidad como los animales, sino dese una optica desinteresada. Pero para eso… necesitamos podar nuestros prejuicios (o al menos iniciar por advertir que existen y que -como todo lo que deriva del egocentrismo- sesgan nuesto mirar).
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rewind please,” ir a lo verdadero a través de lo correcto”, pero lo verdadero y lo correcto están entintados de mis prejuicios y ésos prejuicios vienen dados en mi por mi nacionalidad, sexo, tipo de familia etc etc entonces el sentido a mi existencia es tan personal que al ver el sentido de cada quien, realmente podré verlos sin ideas preconcebidas?
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That’s the idea! Lo correcto esta en efecto teñido de prejuicios (lo que todos vemos y es “obvio”), pero no así lo verdadero porque para Marty a lo verdadero solo accede quien se da tiempo de escuchar al otro y preguntarle como la ve el. Prejuiciadamente yo puedo pensar que todo el que no va a Misa es ateo, pero si me doy el tiempo de escuchar al otro a lo mejor entiendo que su rollo va por otro lado, que es muy humano buscar, que igual lo que no soporta es la religión organizada, etc. E incluso si resulta ateo (uyy que meyo) ahora lo se no por prejuicio sino por post-juicio, es decir lo comprendo. La cosa es que los prejuicios son juicios tan instantáneos que están basados en una etiqueta que nos hace sentir muy cómodos porque al etiquetar algo nos halagamos creyendo que lo entendemos, cuando dista mucho de ser así. Dicho de otra forma: prejuzgar es -para Marty- pura pereza mental y la idea es, tal como dices, caer en la cuenta que tu propia existencia, tus ideas, tus posturas nunca son simples etiquetas sino que tienes una historia detrás de cada una porque son complejas, porque tienen una justificación, misma que le negamos a los demás en nuestra prisa por catalogarlos en las categorías prefabricadas de nuestra mente. Me viene a la mente algo que dijo Jung que igual sirve: criticando la postura de los freudianos que ya traían sus tres moldecitos preconcebidos donde meter a sus pacientes (complejo de Edipo, complejo de Electra, etapa anal, sublimación y represión), Jung les dijo a sus seguidores: cuando entra una persona a tu despacho, olvídate de todas tus teorías, de tus manuales, y modelos conceptuales y escucha indivisamente a esa persona, trata de ponerte en sus zapatos y luego, quizá, la puedas ayudar….
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para ser libre, debo meterme en mi propia historia, revisar porqué creo tal y cual, qué valores son ciertos para mí (todo ello nos lo has dicho en clase) y en esa medida iré siendo más libre (o eso estoy entendiendo ¡que complicado comenzar a mover la neurona!). Cuando no prejuzgue al otro, estaré dejándolo en libertad de ser lo que es (después de todo, definir algo implica limitarlo y por lo tanto, inmovilizarlo, cuando menos en la cabeza quien lo está definiendo) y podré darme cuenta de cuánto más aristas tiene (no sólo las que se le veían desde donde mi conciencia estaba parada). En fin que disfruto muchísimo no sólo lo que aprendo, sino la manera tan amena y vivaz que tienes de enseñar. ¡Gracias Claudia!
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Al contrario, gracias a ti. Un placer compartir de estos temas, de ir entre todos aprendiendo el difícil arte de pensar por uno mismo. Saludox!
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