En estos días en que la gente comienza a enloquecer con la decoración navideña, los regalos, el menú de la cena, los parientes… yo me siento un poco como Diógenes de Sínope, áquel filósofo griego cuyo estilo de vida dio origen a la palabra cínico (kynikoi en griego significa perro).
Y es que cuentan las malas lenguas que cuando Filipo de Macedonia estaba por invadir Corinto, la gente andaba más inquieta y alebrestada que mexicanos en Buen Fin: todo mundo corría de aquí pa’llá llevando y trayendo triques que pretendía salvar del predecible saqueo de los macedonios.
Diógenes, que no tenía nada y cuya máxima minimalista era “omnia mea mecum porto” (traigo conmigo todo lo que me pertenece o, sea su cuerpo y mente), se sentó plácidamente a ver el desmadre y luego, para poner a pensar a sus contemporáneos, se puso a rodar un tonel vacío por toda la ciudad.
Cuando alguien le preguntó porqué hacía eso, Diógenes contestó: “es que no quiero ser el único que ante semejante emergencia, se niegue a arrastrar cosas de escaso valor por la ciudad”.
Entiendo perfecto a Diógenes. Ante la epidemia de actividad que la Navidad trae consigo, uno se siente obligado a sumarse al desmadre.
Obligado a agobiarse.
Obligado a ir de shopping navideño.
Obligado a llenar el carrito del súper de manjares para las fiestas.
Obligado a cubrir cada centímetro de la fachada de la casa de foquitos y/o adornos navideños.
Obligado a ir de posadas (ugh!), brindar con rompope (doble ugh!) y cantar villancicos ( recontra-archi ugh!).
Quien no lo hace, quien no se suma a la actividad febril de la temporada, dice la opinión común, carece de “Espíritu Navideño”.
Es un Scrooge o un cínico.
Ha de ser. Pero a mí estos días, como a Diógenes, me da por sustraerme de todo y sentarme a observar el desmadre.
Solo así me acuerdo que la Navidad no es una temporada comercial, sino el momento metafísico por excelencia en la historia de la Humanidad: ese fantástico instante en que al hombre se le ocurrió soñar que Dios podía ser un niño…
Todos los habitantes del Zoo les deseamos una muy feliz Navidad y aquí nos vemos (si los Mayas no deciden lo contrario) cuando caliente Enero. Abraxo a todos y gracias por un 2012 fantástico!!
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