Si el título de esta serie te llamó la atención, es muy probable que ya hayas intentado sentarte en flor de loto, escuchar tu respiración y dejar tu mente en blanco. A mi también me pasó. En diferentes ocasiones me apunté a un taller o seminario de meditación y tras muchas horas de (incómoda) práctica llegué a pensar: “¡Hey, lo estoy logrando, ya no estoy pensando!”
Claro que inmediatamente me cayó el veinte que echarme porras por no pensar es… pensar. (¡Adiós, Iluminación instantánea!)
Va de nuevo. Una y otra vez: pensar que no pienso, repetir mantras como avemarías de rosario, cantar Oms hasta aturdirme. Y un día: ¡la Iluminación! No, por cierto la budista o el satori japonés, sino la que viene en focos de 100 watts y se aprende en “Redes Eléctricas para Dummies”. Ja. No se crean.
Mi “Iluminación” nada tiene que ver con el Dalai Lama, los Avalokitsevaras o haber conseguido el estatus de gurú. Muy al contrario: mi Iluminación es de corte Occidental o, lo que es lo mismo, eso que llamamos “caer el veinte”.
Ahí les va la historia: Un día, leyendo un libro sobre el Tao caí en la cuenta que el primer supuesto de todas las religiones y filosofías orientales es “aceptar la realidad tal cual es” (What is, is). Y sin embargo, la primera práctica de esas mismas religiones es dar la espalda al hecho innegable de que los humanos somos seres pensantes (unos más que otros) y que nuestra grandeza y miseria radica, precisamente, en nuestra capacidad de pensar.
Ergo, si aplicamos el primer principio oriental y aceptamos la realidad “tal cual es”, en vez de pasar años tratando de silenciar la mente, invertiríamos ese esfuerzo en aprender a pensar. Y recalco aprender porque -contra los gurús orientales, los místicos monoteístas y demás críticos del pensamiento- a mí me queda claro que pensar no es algo que se logre sin esfuerzo. Con la pena, pero pensar no es el monólogo fatuo y tarugo que “nos sale” cuando andamos a la carrera haciendo pendientes.
Pensar es una forma de vida que se logra con muchos años de práctica y que implica “recordar quienes somos y cual es el lugar que los seres humanos ocupamos en el Universo. Es ‘tomar a peche lo que tenemos enfrente, es decir, llevarlo al corazón y a la mente para descubrir su verdad y, en el proceso, descubrir nuestra propia humanidad” (J. Glen Gray. Introducción a What Is Called Thinking?).
Ese aprender a pensar, a valorar, a crear y situarse en el mundo es el Tao de la Mente Occidental. O, lo que es lo mismo, el camino que los grandes pensadores occidentales desde Pitágoras hasta Heidegger han explorado y propuesto para realizar nuestro potencial humano.
De lo que se trata es de vivir una vida plena a través del desarrollo del pensamiento auténtico, mismo que -si hemos de creer a nuestra tradición pre y post-cristiana-, es también el paso previo para vivir creativa y espiritualmente.
Así que abróchense los cinturones, nuestro tour en alfombra mágica por lo mejor de la tradición occidental está por iniciar.
Formato del Curso: Texto. Frecuencia: Semanal (Viernes)