La semana pasada le pusimos precio a eso de aprender a pensar y, Jo!, más de uno de mis dos lectores se dio de baja, se encogió de hombros o de plano pensó que eso de pensar está más allá de su presupuesto existencial. En otras palabras: el Enano vio la cuesta y se le hizo muy empinada: “A diferencia de Claudia -dijo con absoluta convicción-, yo tengo diez mil responsabilidades, hijos, cónyuge, compromisos que atender, una vida social, y un sinfín de cosas que hacer. Hay días que no me alcanzan ni para ir al baño en paz, ¿de dónde voy a sacar tiempo para ponerme a pensar?”
Esta queja no me es nueva ni ajena: la he oído decenas de veces y mientras la escucho mi neurona produce signos de interrogación y admiración a ritmo industrial (¡¡¡¡¿¿¿¿????!!!). Por qué sé que esa persona que me acaba de decir que “no tiene tiempo para pensar”, en cuanto le suene el celular va a encontrar tiempo para echarse una conversación insulza de media hora. Y porque me consta que esa persona que “no tiene tiempo” pasa horas frente al monitor chateando, twitteando o leyendo muros ajenos en Facebook. Sé que si la invito al cine, a un concierto o a cenar uno de estos viernes, va a tener tiempo. Sé que si tiene una boda o bautizo, “encontrará” tiempo para ir de shopping medio día o hasta que encuentre el ajuar perfecto. Sé que de alguna manera va “hacer tiempo” para ver ese partido que le interesa, ir al gym o leer la revista de chismes. Nomás para pensar no tiene tiempo…
Entonces, empecemos de cero y en vez de sacar a colación las mil razones por las que no tenemos tiempo para pensar (o emprender algo difícil) preguntémonos: ¿Realmente lo que me falta es tiempo o más bien lo que me falta es interés? Seamos honestos porque incluso si decidimos que la falta de interés es la razón de fondo y abandonamos la empresa que nos propusimos, habremos ganado con admitirlo: nada más saludable para el ánimo que una buena dosis de honestidad frente al espejo.
Porque aquí y en China el ser humano “tiene tiempo” para lo que le interesa. Para lo demás siempre estarán las excusas del Enano, coartadas perfectas para permanecer en nuestra zona de confort sin sentirnos culpables. “¡Enano! -exclama Zarathustra- uno de los dos debe morir: o tú o yo”. Y así es: o nos resignamos a la tiranía del Enano o nos hacemos responsables del estado de nuestra vida, de nuestras relaciones, de nuestra mente y de nuestro tiempo (¿Ultimátum brutal? Pues si, ya basta que el Enano nos dore la píldorita).
Si hay interés, habrá tiempo y manera de sacrficar actividades que no nos dejan nada. Aquí va una lista, no exhaustiva, de acciones generadoras de tiempo:
1.- Pónte a Dieta Mediática: Las noticias en general y la política en particular son la comida chatarra del pensamiento: llenan mucho y nutren poco. ¿Realmente necesitas leer dos periódicos, ver el noticiero a diario, escuchar las noticias de las 2:00 PM? Si “estar al día” te es indispensable personal o profesionalmente, elige uno sólo de estos medios o, mejor aún, suscríbete a una revista semanal donde tendrás una síntesis de lo relevante que ocurre en el mundo (y dije suscríbete porque si vas al kiosco, lo más probable es que pierdas chorromil horas hojeando el Vanidades u “ojeando” el Playboy).
2.– Aléjate de los Programas de Polémica: La polémica, dice Heidegger, es lo más contrario al pensamiento porque su objetivo es hacernos “tomar partido” sin analizar las cosas a fondo. Uno de los formatos favoritos para generar ruido (y adicción mediática) son los programas de polémica: por cada 90 minutos de fútbol o 5 de discusión seria en la Cámara de Diputados, los medios generan días de polémica con el único objetivo de vender espacios publicitarios.
3.- Apaga la TV, Internet y el celular: Según Luther Research, un adulto “normal” pasa 12 horas semanales frente a la TV, 8 en Internet, 3 con el radio, 3 “checando” el mail o chateando, y otras 3 en el cel. Estamos hablando de 29 horas, de las cuales el 56% (16 horas) se emplean específicamente en “matar tiempo”. (Y luego nos sorprende que no nos alcance la vida, ni el presupuesto, ni nada…)
4.- Evalúa tus compromisos sociales: Es sorprendente el número de personas que viven para ser vistas, para salir en el suplemento social, para estar” in” e ir a todos lados, opinar de todo y tener chorromil conocidos. Gente que se tiene que salir temprano de la fiesta para llegar al concierto, a la reunión o al velorio. Gente que pica de todo pero, dicen por ahí, no disfruta de nada. Ser ajonjolí de todos los moles puede sonar padre y hasta ser una aspiración existencial, pero el ajonjolí -no se nos olvide- es un adorno superficial. Mejor tener uno o dos amigos de verdad que 180,000 en Facebook, mejor una cena íntima a un guateque multitudinario, mejor llegar con tiempo a un compromiso que estresarnos porque ya vamos tarde y el tráfico está fatal… En la agenda social -como en todo lo demás- la satisfacción existencial depende más de la calidad que de la cantidad.
5.- Aprende a decir “No”: La vida moderna está llena de magníficas oportunidades para experimentar cosas distintas, realizar proyectos increíbles y conocer gente nueva. Pero cada “si” que pronunciamos requiere tres cosas que no abundan: presencia, atención y tiempo. En México, si no nos lleva el narco prematuramente, los varones viven en promedio 73 años -26,900 días-, mientras las viejas vivimos 78 años ó 28,470 días (oferta especial para las damas: 5 añitos de regalo por aguantarlos!!!). Como sea, 70 y pico añitos son demasiado pocos para todo lo que quisiéramos hacer, conocer, lograr, aprender, decir… Por lo tanto, hay que advertir que cada “si” que pronunciamos es también un “no” a lo que ya tenemos en nuestro plato. Si hemos tenido el cuidado de llenar nuestro plato con lo esencial, cada “si” es una distracción que nos aleja de lo importante. Aunque sería muy padre aceptar cada invitación, aprovechar cada oportunidad, explorar cada alternativa hay que aprender a decir que no aunque eso vaya en contra de nuestra “popularidad” (o, en términos más positivos, decir no es decir “SI” a lo que ya tenemos).
Con una o dos de estas sugerencias que llevemos a cabo, liberaremos una o dos horas diarias para pensar y/o hacer eso que “nos interesa tanto” pero que no “nos da la vida” para hacerlo. (Ni modo, Enano, ora si se te acabaron las excusas).
Para los que quieran algo más extremo (y lean inglés), recomiendo ampliamente Simple Living Manifesto: 72 Ideas to Simplify Your Life y para los que no, aquí va un comercial tailandés que aunque está en chino (o tailandés), el mensaje se entiende perfectamente: Desconéctate para Conectarte
La semana que entra: “¿Qué sonido hace una roca al crecer?”
Como siempre… lucidez, claridad, practicidad… gracias por las tareas planteadas. Al menos una la practico, voy por las siguientes.
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Gracias, Carmen. Aqui todos estamos tratando de hacer la tarea!
Abraxo!
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maestra, maestra!!,
No encuentro los libros para hacer la tarea.
Pero de las 5 sugerencias… esas ya medio las domino.
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Si, son complicados de encontrar, pero lo bueno es que en la FIL de seguro los hayas (y la maestra esperará hasta final de semestre para que le entreguen la tarea, ja!)
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