La segunda parada en nuestra aventura psico-cromática es la Mente Morada. Este color mental aparece en la historia humana y en la nuestra particular tan pronto como las necesidades básicas han sido satisfechas (burp!) y la Mente Beige (instintiva) puede empezar a explorar su entorno. Es el despertar de la conciencia de que hay gente “como nosotros” y gente “diferente de nosotros”: niños y niñas, blanquitos, morochos y morenos, GCU y GDU: Gente Como Uno y Gente Diferente de Uno, etc.
El lema de la Mente Morada es: “Buscar seguridad y certeza para los nuestros a través de la creación de lazos de sangre y relaciones de parentesco. Vivir acorde a los ciclos de la naturaleza y honrar las tradiciones de la tribu, los ritos y ceremonias del clan y de nuestros antepasados”.
Características de la Mente Tribal
La Morada es una mente “maniquea” por excelencia: busca entender al mundo haciendo divisiones y comparaciones y, puesto que la diversidad que ve a su alrededor es abrumadora, se aferra instintivamente a lo que le es semejante, familiar, conocido. Así, en cierta edad los humanos hacemos “clubes de Toby” (solo niños) y “clubes de Lulú” (solo niñas), o frecuentamos la GCU de nuestro nivel social, raza, credo o profesión.
Es por virtud la Mente Morada que nuestro mundo se divide en “Ellos” y “Nosotros”, como en aquel poema de Kipling que dice:
“Toda la gente buena está de acuerdo
Y toda la gente buena lo dice,
Toda la gente buena es como Nosotros,
Todos los demás son Ellos”.
La Necesidad de Ser Morados
Esta división del mundo en “Ellos” y “Nosotros” propia de la Mente Morada, es necesarísima para desarrollar nuestra identidad, sentido de lealtad y pertenencia a un grupo social. Es la mente que nos hace solidarios y nos da raíces emocionales, la que crea lazos de sangre o de amistad profundos y nos permite sentirnos seguros y protegidos en el seno de una comunidad.
El lazo más importante para la Mente Morada es el vínculo de la sangre y la Mente Tribal hará todo lo necesario con tal de asegurar el bienestar de los miembros de su familia. La Morada es una mente que vive de aquél solidario “Todos para uno y uno para todos” de los Tres Mosqueteros de Dumas.
Morada es la mente del padre de familia que sacrifica su día libre para conseguir ingreso extra que le permita darle a los suyos mayor calidad de vida, y Morada es la mente de la madre que se desvela esperando al hijo adolescente que anda de fiesta, o del hijo que sostiene a su padres en la vejez.
Las Tribus de la Mente Morada
Conforme los seres humanos nos adentramos en el mundo, la distinción “Ellos”/“Nosotros” de la Mente Morada nos sigue acompañando. Y cada grupo que calificamos con un “Nosotros” se convierte en una de nuestras pequeñas tribus: nuestros colegas, correligionarios, coequiperos, colaboradores, etc.
A cada uno de estos grupos la Mente Morada les extiende la solidaridad incondicional de la sangre y los miembros de esa tribu se convierten en parte de “su familia extendida”. Pensemos por ejemplo en el fan de un club de fútbol, en los veteranos de una guerra o en los miembros del Pueblo Elegido (la Biblia Hebrea en sus inicios abrahámicos -la creación de un Pueblo que será elegido- puede leerse como expresión de la Mentalidad Morada).
Auxiliada por otras mentes (Anaranjada/Razonable y/o Verde/Comunitaria), la Mente Morada es fuente de enormes satisfacciones existenciales: con ella podemos forjar amistades del alma, hacer florecer comunidades religiosas, fundar grupos de solidaridad social, sentirnos parte de los triunfos deportivos de nuestros héroes (Barsa! Barsa!), desarrollar nuestro sentido de patriotismo, etc.
Confesiones de una Mente Morada
En nuestro día a día es la Mente Morada sana la que nos permite regocijarnos en poder ser parte de algo más grande que nosotros mismos, sin endiosar ni entronizar ese algo (llámese equipo, iglesia, empresa, partido, club, ONG, País, etc).
La Mente Morada sana entiende que sus tribus no son ni más ni menos que las ajenas y por eso la diversidad se le antoja natural y necesaria: cree en Alá sin odiar a los seguidores de Yahvé o Cristo, usa Apple sin despreciar al que prefiere Windows, le va al PRD sin hacer menos al PAN o al PRI (complejo, ya sé), es Chiva sin rencor hacia los americanistas.
De todos los colores quizá la que más trabajo le cueste comprender a una Mentalidad Morada es la Naranja que sustituye la idea de pertenencia y lealtad, por la de conveniencia y lucro.
Pensemos, por ejemplo, en el fanático de un equipo de fútbol: su mentalidad es netamente Morada, su equipo es a muerte, su lealtad indestructible. Incluso muchas veces la suya es una afición heredada.
Y los sacrificios de un fan por apoyar al equipo rayan en lo heroico (gente que se avienta 18 horas de autobús e incomodidad, sin mencionar empeñar su sueldo por seguir al equipo o comprar la camiseta.)
Ahora pensemos que esa afición morada ha entronizado a uno de los jugadores como su insignia, su símbolo, el héroe de la tribu (estoy pensando en el portero Oswaldo Sánchez en su época en Chivas).
Este héroe tribal ante la disyuntiva de renovar contrato con su equipo actual, con un sueldo y duración limitadas o firmar con otro equipo por más años y más dinero elegirá probablemente lo segundo porque no ve el mundo a través de la lente morada sino la anaranjada. Y con criterio naranja (económico) elegirá al que le pague más por hacer lo mismo y le garantice más tiempo en activo.
Esto, que desde la óptica naranja es normal y comprensible, es “traición” para la mentalidad tribal. El jugador, dicen quienes se instalan en el drama de la solidaridad morada, se “vendió”, se “prostituyó”. Dejó a la tribu por dinero y -como no hay motivo más vil para abandonar la tribu que el lucro personal- la tribu castigará al jugador por la perfidia.
La misma lógica opera en otras manifestaciones de la mente tribal: la Mafia y cárteles a nadie torturan y matan más cruelmente que a aquellos que han traicionado por dinero los “lazos de sangre”, convirtiéndose en “soplones” de la policía o miembros de una banda rival.
Y es que desgraciadamente, como en todos los colores de la Mente, dejada a sí misma, la Mente Morada puede manifestarse de forma enfermiza. Porque no se olvide que la Mente Morada es, al fin de cuentas, una mente tribal que busca satisfacer las necesidades emocionales y de pertenencia de la persona.
La Mente Morada enferma
A falta de un grupo constructivo que satisfaga las necesidades emocionales y de pertenencia del individuo, la Mente Morada creará y buscará grupos destructivos donde su necesidad emocional de pertenencia se vean colmadas. Y es aquí donde aparecen las pandillas, las sectas, los liderazgos mesiánicos, las sociedades secretas, los cárteles de delincuentes, las barras rijosas, y todo ese largo etc de organizaciones que exigen de sus miembros una lealtad feroz al grupo, una dedicación en cuerpo y alma a la causa, y una obediencia ciega a su líder.
Las lealtades de una Mente Morada enferma son “lealtades de sangre” expresadas muchas veces en la forma de credenciales, juramentos, tatuajes, saludos secretos, uso de uniformes, símbolos, conocimientos esotéricos, etc.
Nada de ello sería un problema a no ser que porque, para poner de relieve su identidad (lo que es) la Mentalidad Tribal necesita resaltar su diferencia (lo que no es), y por ello el rasgo distintivo de una Mente Morada enferma es una identidad negativa: anti-semita, anti-yanqui, anti-capitalista, anti-islámico, anti-gay, anti-Atlas, Chivas o América.
Una vez definido el enemigo -ese grupo que la Mente Morada enferma pone detrás de su “anti” particular- la mesa está servida para la violencia. Las Maras, los Hooligans, los racistas, los homofóbicos, el machismo y el feminismo militantes son todas expresiones de una Mente Morada enferma, que si bien tiene claro su sentido de identidad y pertenencia, aún ve en la diversidad una amenaza y no una fuente de enriquecimiento humano; es una mente que no ha logrado madurar lo suficiente para entender que no todo el que piensa y/o vive de forma diferente a la suya está por ello equivocado.
La Semana Que Viene: La Mente Roja…
Magnifica forma de explicar; espero ansiosamente tus siguientes colores para ver cómo se puede mezclar el naranja con el morado y mandar la receta al Vaticano. Un saludo.
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Hola Ed!! Gracias! Naranja-Morado no combinan fácilmente pero Azul-Naranja embonan perfecto y no creo que sea necesario mandar receta al Vaticano: ellos la inventaron, ja, ja (voy cayendo en cuenta que son los colores del panismo… será coincidencia???) Abraxo!
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Claudita. Como que me está gustando mucho esto de los colores de la mente. Qué interesante y constructivo es el ir descubriendo las diferentes facetas que nuestra mente ha ido experimentando; con cual nos hemos enganchado más y hasta que punto es o no bueno. Como dices, se está poniendo buena la cosa.
Gracias por seguir compartiendo tus muy interesantes conocimientos y espero que en este verano no nos abandones mucho. Saludos Tocaya 🙂
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Tocaya,
Pues si, es que como decían los gnósticos: cuando ensanchamos la mente para dar cabida al misterio, en vez de encoger el misterio para que quepa en nuestra mente, las cosas se ponen interesantes!!!! El Zoo no se va de vacaciones… por aquí seguiré explorando la flora y fauna humana a ver que novedades les traigo.
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Muy interesantes tus coloridos articulos!!! Osea q el grupo de Valle Real tiene su toque morado…lo mismo todos los que vamos a tus clases!! Mientras no nos volvamos mentes moradas enfermizas todo ok!!
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Ja, ja, si la Tribu Valle Real tiene sus morados, lilas y hasta pediwinkles…
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No sientes que la mente morada es muy tapatía? jaja yo identifiqué a varios morados que pululan por la ciudad. nosotros los nice y el resto los nacos jajaja casi casi como la hija de Peña Nieto.
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Y así te vas ir encontrando gente de cada color! Yo a los coterráneos que conozco los pongo más bien en el Azul/Naranja que ya tiene la sofisticación de excluir a otros por razones religiosas y económicas (la pura GCU del Guadalajara Country Club, pues’n). Y por lo general, sin que en ello vean contradicción alguna con el Evangelio que dicen profesar, excluyen por ambos motivos a la vez: ni eres de mi capillita, ni tienes lana. Pobre del pobre que al cielo no va…
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