La Mente Verde-Amarilla

La Segunda Fase de Desarrollo

“Después de verse limitada por las necesidades de sustento (Beige), por miedo al mundo (Morado), por miedo a los demás (Rojo), por miedo a los castigos eternos (Azul), por miedo a la ambición desmedida de las empresas (Naranja) y por miedo a la desaprobación (Verde), la Mente humana por fin es libre y con renovadas energías y ya libre del miedos se lanza a tratar de comprenderse a sí misma (Amarillo) y a su mundo (Turquesa)”.

Con esas palabras, Clare Graves marcaba el final de la Primera Fase de Desarrollo de la conciencia humana, marcada por la satisfacción de necesidades básicas (Beige-Verde) y el inicio de la Segunda fase (Amarillo/Turquesa/Coral?) donde la preocupación es más por la expansión de la conciencia.

Graves no es el único en dividir la vida en dos etapas, otras teorías psicológicas -como la psicología humanista de Abraham Maslow- también reconocen que el desarrollo humano sigue una lógica ascendente de satisfacción de necesidades básicas (Físicas, de Seguridad, Afiliación, Reconocimiento) para luego centrarse en el desarrollo pleno de la persona (la Autorrealización en la “Pirámide de Maslow” que se ve arriba).

Para Graves esta transición indica el paso de una vida más preocupada por tener a una más por llegar ser y sus primeros destellos se ven en la aspiración de la Mente Verde de desembarazarse de los artificios, símbolos de estatus, posesiones y demás muletas mentales en las que apoyamos nuestra autoestima en la Primera fase (la oficinota, el cajón de estacionamiento reservado, las joyas, la ropa de última moda, los títulos académicos y nobiliarios, la imagen y etc, etc, etc).

En la transición del Verde al Amarillo las tendencias de la Mente Verde se hacen más radicales, y de la negativa al consumo se pasa al minimalismo, del disfrute de la vida se pasa cada vez más al cultivo deliberado de la lentitud (Slow Movement), del simple retorno a la Naturaleza a su verdadera apreciación.

Todo ello aderezado con un paulatino alejamiento de las formas comunitarias de vida que tanto admira la Mente Verde, porque en la transición de la Mente Verde a la Amarilla, el péndulo que se mece entre los extremos de la sociabilidad y la individualidad, regresa a éste último.

La Mente en transición Verde-Amarillo

En los ambientes corporativos hay un dicho que dice que un camello es un caballo diseñado por un comité.

No es un dicho Amarillo, pero bien pudiera serlo pues la Mente Amarilla despunta precisamente en el instante en que la persona comienza a sospechar que tanta “buena onda” Verde, tanto consenso, vibra y corrección política para no herir las susceptibilidades de nadie es un lastre a la hora de tomar decisiones y emprender las acciones que tanto urgen al mundo.

De pronto la muy democrática idea Verde de que todo mundo tiene igual derecho a hacer valer su opinión en todos los temas, ya no parece sostenerse. Hay -como dicen por ahí- niveles y en los temas complejos -piensa la Mente Amarilla- es mejor escuchar el consejo de los expertos que buscar el consenso de los ignorantes.

Y es que la Mente Amarilla se da cuenta que los maniqueismos de las Mentes anteriores que todo dividen en blanco y negro, ya no son suficientes para comprender una realidad que se le antoja sumamente compleja, cambiante e interconectada.

De ahí que la Mente Verde-Amarilla se aleje progresivamente del “suave despotismo” del consenso Verde y prefiera basar sus opiniones sobre la autoridad de expertos, en detrimento de lo que ahora se le antojan como los “caprichos de la comunidad”.

La autoridad que da el conocimiento es el argumento que mejor convence a la Mente Verde-Amarilla, pero no cualquier tipo de conocimiento pues ya ha superado la devoción por la tradición de la Mente Azul o la pasión por la eficacia de la Mente Naranja; el conocimiento que la Mente Verde-Amarilla reverencia es interdisciplinario, flexible y abierto (o, dicho de otra forma, nada detesta más la Mente que comienza a Amarillear que las teorías simplistas, dogmáticas y cerradas a cualquier idea de progreso).

Lo que la Mente Verde-Amarilla quiere es una explicación del mundo que honre lo que ha descubierto en su paso por el arco iris mental: que no hay formulitas mágicas, ni sistemas de pensamiento capaces de abarcarlo todo, ni personas o autoridades que estén en la Verdad o el Error Absolutos. Para la Mente Amarilla incipiente la verdad es una obra en permanente progreso.

Por eso la Mente Verde-Amarilla en transición comienza a buscar fuera del grupo Verde teorías que unan la vanguardia de la ciencia con las Verdades Eternas de la espiritualidad (la física cuántica y la búsqueda de la “partícula de Dios” es un excelente ejemplo), teorías que admitan que están en construcción y no que son la Verdad única y última sobre el tema (como esta Dinámica del Espiral), teorías sincréticas que permitan abarcar la complejidad de la realidad sin pretender asfixiarla en moldes omni-abarcantes y/o maniqueos. Teorías que admitan que todas tienen algo de verdad pero ninguna la posee por completo y en exclusiva (chequen el Buda con su crucifijo y su Estrella de David: Very Postmodern, Very Yellow).

“No encojas el Misterio para que quepa en los estrechos confines de tu alma, antes bien, ensancha tu alma para tratar de abarcar el Misterio” es un viejo dicho gnóstico que aplica perfecto a la aspiración de la Mente Amarilla.

El Retorno de la Individualidad

Como Mente color cálido, el Amarillo refleja un retorno a la individualidad: tener buenas relaciones con los demás (“buena vibra” en términos Verde) es una aspiración noble pero, desde la óptica Verde-Amarela, no es ya el fin mismo de la existencia.

Ser parte de la comunidad tampoco es tan crucial como lo fue en la etapa Verde y, las opiniones de los demás -aunque siempre serán respetadas por la Mente Amarilla- ya no son vinculantes. Si la Mente Verde-Amarilla encuentra una mejor explicación, una opinión mejor respaldada por conocimientos, no dudará en disentir de la comunidad Verde aunque ello acarree cierto distanciamiento.

Y dicho distanciamiento invariablemente ocurrirá pues, a la hora de plantear soluciones, la perspectiva Verde-Amarela dista mucho de la nostalgia romántica del Verde: lo suyo no es suspirar por el Paraíso Perdido y la época pre-tecnológica del Noble Salvaje, sino usar las nuevas ciencias y tecnologías (poder solar, combustibles limpios, energía eólica) y crear un nuevo estilo de vida para construir una nueva Tierra.

Lo que es más, según Graves, la Mente Verde-Amarilla es la primer mente que opera basada en la curiosidad y la conciencia de su propia ignorancia y tiempo limitado.

Y esta conciencia de la vastedad del Universo y los límites de su tiempo para intentar comprender algo de él, hace que la Mente en camino al Amarillo se muestre cada vez menos dispuesta a perder tiempo y oportunidades preciosas en discusiones bizantinas Azules, guerritas de poder Rojas, despliegue de credenciales Naranja o consensos de opinión Verdes.

Al mismo tiempo, dice Graves, la Amarilla es una Mente sin miedo: no comparte la necesidad de seguridad tribal Morada, ni le preocupa la salvación Azul de su alma, ni le interesa la cúspide de poder Rojo, ni le agobia la necesidad de productividad Naranja, ni tiene la nostalgia de pertenencia del Verde.

Su única y genuina preocupación es explorar los límites de la comprensión humana, consciente de que dichos límites no son sino un horizonte que, conforme avanzamos hacia él, se aleja irremediablemente.

Por eso, la Mente Amarilla retorna a la individualidad: pero no es ya la individualidad impositiva del Ego, sino una individualidad que comprende la finitud e insuficiencia de sus propias teorías. La Mente Amarilla en transición comprende aquello que tan bellamente expresaba Jung: “mis verdades me bastan para guiar mis propios pasos, pero nunca serán lo suficientemente sólidas como para imponérselas a los demás”.

Ese es el santo y seña de una Mente Amarilla: su renuncia a todo lo que huela a Verdad, más no a la búsqueda de lo verdadero.

“Mi religión -escribió alguna vez Miguel de Unamuno en lo que bien puede ser el credo Amarillo- es buscar la vida en la verdad y la verdad en la vida, aún a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva”.

Por eso, la Mente Verde en camino al Amarillo es la primera en reconocer que todas las Mentes anteriores han aportado al progreso del conocimiento humano, pero que las raíces de nuestros problemas y retos son demasiado complejos para abordarlos desde una única perspectiva.

Y en la búsqueda de una comprensión multidisciplinaria, la Mente Amarilla en transición es capaz de colaborar con las demás Mentes sin renunciar a sus puntos de vista, imponer sus ideas, ni buscar la pertenencia a sus grupos de poder (en los círculos corporativos esta mentalidad se conoce como del “Llanero Solitario”, una persona que entra, contribuye al esfuerzo común y sigue su camino).

La Semana que viene La Mente Amarilla

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