19.- Atenta Felicidad

A los dos atentos radioescuchas que han seguido esta serie de meditaciones venusinas (de Venus que da origen al nombre del Viernes) ya les  debe  quedar algo claro a estas alturas (¡espero!) que lo que he llamado el Tao de la Mente Occidental es ni, más ni menos, que la capacidad y tendencia humana de dirigir nuestro flujo mental a donde nos de la gana en vez de dejar que sea el Mono Enjaulado quien decida nuestro contenido neuronal.

Eso mismo, dirá algún lector atento, es lo que hacen los Orientales cuando meditan.

Y es correcto: los budistas, los zen, los hindúes y taoístas aprenden a dirigir la corriente de su conciencia acallando las distracciones, siguiendo el monótono flujo de su respiración y/o practicando la concentración unipuntual.

Pero, como bien han visto Heidegger, José Antonio Marina, Carl Gustav Jung, Winifred Gallagher, Mihaly Csikszentmihalyi y un sinfín de estudiosos de la mente, pese a su enorme popularidad en nuestros días, el oriental no es el único método que nos permite escapar del Mono Enjaulado y aprender a vivir una vida plena, mentalmente satisfactoria y espiritualmente profunda.

Es más, me atrevo a decir con Heidegger que el Oriental no es el camino natural para la mente Occidental. Su lenguaje no es el nuestro. Por eso Heidegger dice “el pensamiento se modifica sólo por contacto con el pensamiento que tiene su mismo origen y destino. ¡Nada de budismo! Lo contrario: para cambiar nuestra forma de pensar es necesario apoyarnos en nuestra tradición europea y reapropiárnosla . Solo así podremos -ya no imitar al Oriente- sino dialogar fecundamente con él”.

De ahí que en lugar de sentarnos a regurgitar Oms aquí hemos hablado del pensamiento crítico y el creativo. Y por eso, en vez de la atención unipuntual hemos destacado la atención exploradora, la que se niega a quedarse en un mismo punto, sino que prefiere ir y venir, considerar, dar vueltas, crear. Esa atención que llevó a Isaac Newton a descubrir la Ley de la Gravedad o a Einstein la Teoría de la Relatividad.

Y aunque nosotros no aspiremos a tanto (al menos yo no), no está de más advertir que -al margen de los resultados objetivos- ese tipo de atención o meditación creativa de la que hemos hablado es una de las mayores fuentes de satisfacción personal: “¿Quien -decía Ortega y Gasset- que se halle totalmente absorto en una actividad se siente infeliz? La infelicidad solo aparece cuando una parte de nuestro espíritu está desocupada, cesante. La melancolía, la tristeza, el descontento son inconcebibles cuando nuestro ser íntegro está operando.”

Dicho de otra manera: si estamos concentrados en algo, pendientes de ello con “nuestros cinco sentidos” no nos sobra ninguno para escuchar las quejas del yo, mi, me.

Esa es la razón por la cual los orientales escuchan su respiración -para acallar al ego- y eso mismo lo logra cualquier proyecto que nos embeba. Como dice Winifred Gallagher: el éxito de la meditación oriental para producir bienestar no procede de las creencias en que se apoya, la posición del cuerpo,  la respiración profunda o el incienso. Su éxito deriva de que, en esencia, meditar es cultivar un estado psicológico de concentración dirigida y deliberada que nos hace olvidarnos de nosotros mismos.

Y eso lo logra cualquier actividad -deportiva, artística, laboral, social, intelectual- que nos interese profundamente.

El laboratorio científico no miente: uno de los principales investigadores de la Psicología Positiva moderna, Mihaly Csikszentmihalyi, ha corroborado decenas de veces que cuando lo estamos absortos en alguna actividad, el cerebro recibe una descarga de serotonina que nos produce ese placer sustentable que, si lo practicamos consuetudinariamente, se convierte en felicidad y satisfacción existencial.

Pero como diría Raúl Velasco, aún hay más en este Tao de la Mente Occidental y por eso, la semana que entra iniciaremos el tour por la más espiritual de las posibilidades que ofrece nuestra  tradición filosófica: el pensamiento ontológico o sabiduría.

8 comentarios

  1. Hola Claudia: Estoy de acuerdo contigo. Cuando realizo algo muy concentrada (cosa que la verdad me cuesta) al finalizarlo me da una satisfacción muy grande y una sensación de felicidad y bienestar.
    Con mucho respeto y cariño que te tengo, eso me sucede cada vez que me concentro para leer tus artículos tan interesantes.

    Saludos y Gracias por escribir.
    C.Lackiz

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    • Ja, ja! O sea que “te elevas” con este rollo! Si, los temas existenciales para mi son los que más me sacan de este mundo. Aunque pensándolo bien, paso poco tiempo en este mundo: todo lo que hago más o menos me eleva (hasta jugar tenis!) No quejarse es de lo más complicado porque la queja es la expresión del abismo que media entre lo que hay y lo que esperábamos. Aun así, aunque no desaparezcan del todo, es una muy buena práctica!
      Saludox!

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  2. Claudia, tienes alguna sugerencia para poder saber o encontrar lo que realmente nos gusta. Creo que la mayor parte del tiempo lo he dedicado a hacer lo que tengo que hacer y no lo que me gusta, y por lo mismo no se ni siquiera exactamente que es lo que mas me gustaría hacer =|. Estos escritos tuyos que me ponen a pensar, a dudar y a cuestionar mi vida…..
    Silvia C.

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    • Silvia, pues que bueno que te mueva el tapete el Zoo. Voy a buscar algo más científico, pero creo que habría que empezar por ver si eres introvertida o extrovertida (te “nutres” mas de estar con gente o sola?) De ahí es mucho recordar lo que te gustaba hacer de chica, preguntarte cuando pierdes la noción del tiempo, experimentar con varias actividades y luego pensar cómo las puedes hacer parte de tu estilo de vida o trabajo. No creo que haya una receta pero, como dijo Confucio: si encuentras tu pasión, no tendrás que volver a trabajar en tu vida porque todo lo que hagas será por gusto!

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  3. Hola Claudia como siempre muy nutritivo tu espacio, curiosamente Lou Marinoff expone a la filosofía taoísta como un remedio para estos tiempos de crisis. Y al observar la caída de los mercados y la fragilidad en sistemas financieros que creíamos eran sólidos, nos obligan a pensar que vivimos por encima de nuestras posibilidades y en un mundo irreal, donde la avaricia y la codicia son prácticas comunes y “justificadas”. Hay una frase que se atribuye a Lin An que se difunde con cierto éxito en la red: “La gran mayoría de las personas qué vacía y mal se siente, porque usa las cosas para deleitar su corazón, en lugar de usar su corazón para disfrutar de las cosas”. ¿será?

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  4. SuperClaudia, me pasó a mí también hace muchos años que creí encontrar en la filosofía y la meditación oriental “la mera neta”, el “meollo del asunto”, “la verdad absoluta”, la posibilidad de ser “uno con el Universo”, “resonar al unísono con la Mente Cósmica”…Creo haberme sentido muy bien. Recuerdo con nostalgia esos momentos de “iluminación”…Ahora pienso que fueron más bien momentos de profunda ociosidad, aunque sumamente placenteros…Tus propuestas para alcanzar esas “experiencias cumbre” haciendo uso de la razón occidental -si así puedo llamarle- me parecen realmente emocionantes…Así que seguiré al pendiente de tus comentarios y reflexiones para hacer lo propio con la esperanza de encontrarme cara a cara con la ” Dicha Plena”…¿Estaré esperando demasiado?…Por lo pronto seguiré disfrutando y aprendiendo de tus pensamientos revolucionarios y que, como lo comenta tu tocaya Claudia, me permiten mientras leo y reflexiono vivir momentos de alegría sin tiempo (¿microparaísos?)…Peace & Love…

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    • Ja, ja, Yo creo que todos le hicimos alguna vez a eso de unirnos a la GFU (Gran Fraternidad Universal) y fundirnos con el Uno. Yo alguna vez frecuenté la Casa Krishna y me leí a Plotino como tres veces sin captar nada! No sé si demos aquí como para micro-paraísos, pero seguiremos explorando nuestra riquísima tradición occidental porque en un descuido no llegamos a la iluminación, pero si a prender un feliz foquito de 100 watts!

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