Confesiones de una Mente Incongruente

Muy bien, sigamos con nuestra cromática aventura “Indiana Jones y las Mentes de Colores”.

Hoy vamos a hablar de la Mente en transición del Azul (valores) al Naranja (éxito), un modelito muy socorrido por las capas más nice de la sociedad y que, por los dos tipos de valores que quiere realizar en simultáneo, llamaremos Mente Incongruente.

Se trata, en efecto, de una mente que quiere aparentar que practica los más altos valores cuando en lo oscurito realiza todo tipo de trácalas mundanas (ergo nadie mejor que Marcial Maciel para ilustrar las chuladas propias de este tipo de mente).

Como se llega a la Transición

Una vez que la Mente Azul ha puesto orden en el mundo de los héroes tribales y ha obligado al Ego a subordinar su chicharronera voluntad a las leyes trascendentes y a las autoridades supremas, la vida transcurre en esa apacible tranquilidad en la que todo mundo parece estar de acuerdo en lo esencial (lugar del que mi amado Aristóteles decía: “donde todos piensan igual, nadie ha pensado de veras”).

Es el momento en el que la Mente Azul reina suprema y sus partidarios creen -con certeza envidiable- que ese tipo de vida es el que Dios quiere para la humanidad (quien te lo dijo nené… Me lo dijo Adela, me lo dijo Adela…)

“Así es como se debe vivir” piensa el padre de familia al que sus hijos obedecen sin chistar, (conducta que  según mis fuentes se extinguió junto con el pájaro Dodó allá por 1662). “Así es como se debe vivir”, piensan las autoridades religiosas que ven a su alrededor un mundo hecho a imagen y semejanza de sus creencias (los Papas de la Baja Edad Media, Khomeini en el Irán de los 80s, los Talibanes en Afganistán).

El reinado de la Mente Azul es el “Paraíso Terrenal”, un breve momento de la historia humana o personal que en lo sucesivo será utilizado como punto de referencia Absoluto.

Todo progreso o retroceso de esta etapa será tildado -desde la óptica Azul- como una “pérdida de valores” (que es la expresión más pura y nostálgica del deseo Azul de que todos vivamos en ese mundo hecho a imagen y semejanza de la mente Azul).

Pero los valores no se pierden porque toda acción humana persigue algún valor. Lo que sucede es que los seres humanos reorganizamos nuestros valores, modificamos nuestras escalas y, lo que antes era prioridad pasa a un segundo o tercer plano.

De ahí que el valor desplazado (y sus beneficiarios) interpreten este reacomodo telúrico como “pérdida” y culpen al frutito favorito del vientre Anaranjado -la tecnología- de lo que perciben como caos.

Transición Histórico/Doméstica del Azul al Naranja 

A nivel personal la transición del Azul al Naranja se ve cuando los adolescentes empiezan a encarar la autoridad paterna -ya no con los berrinchitos de la Mente Roja- sino con cinismo, sarcasmo, dudas. O, cuando los hijos reciben las peroratas y sermones paternos con sonrisas veladas o miradas cómplices con la madre o los hermanos.

Es cuando, a espaldas de papá, los chamacos se burlan de sus normas o lo imitan para hilaridad de sus hermanos y amigos (y si caballeros, sus hijos los imitan y se ríen de ustedes cuando no los ven porque los consideran rucos, pasados de moda, de la pelea pasada, obsoletos).

Sin duda, la autoridad paterna sigue intacta, puesto que aún es temida; pero bien haría más de un padre autoritario en percatarse que ya cumplió su función y, conforme el adolescente transita hacia el Naranja, la opinión, reglas y consejos de la Mente Azul paterna serán crecientemente irrelevantes.

La incapacidad de la Mente Azul de darse cuenta de que el otro ha crecido y tiene derecho a buscar respuestas por sí mismo lleva a un segundo round de discusiones domésticas, quizá más dolorosas que las de la última transición,  debido a que las decisiones del adolescente son ahora irrevocables y la autoridad paterna carece ya de recursos para imponerse (no es lo mismo tratar con un quinceañero que debe vivir en la casa paterna y al que se puede castigar, que con un joven de veintitantos que legal y económicamente se puede “largar” a vivir por su cuenta).

Más de una relación paterna se ha roto irremediablemente con un portazo definitivo en esta etapa en la que Freud afirmaba metafóricamente que “el hijo debe asesinar a su padre y la hija a su madre” si ha de desarrollar su propia personalidad plenamente (tristemente el asesinato no siempre es metafórico cuando -producto de las luchas de autoridad- se cuelan elementos rojos).

En el ámbito histórico estamos en la Alta Edad Media: campo de batalla entre la cúspide de la autoridad Azul del Papado y los primeros brotes de independencia intelectual, moral y cultural que serán característicos del Renacimiento y la Edad Moderna.

Aquí más de un “hereje” fue convertido en fajitas kosher en las hogueras inquisitoriales -últimas patadas de ahogado para preservar la autoridad Azul- y los que lleguen a la Mente Naranja, como atinadamente dijo Nietzsche siglos más tarde, se marcharán “de la casa de los sabios dando un portazo” (quizá no sea descabellado pensar en Martín Lutero como el primer individuo puramente Anaranjado de la Historia).


Pero también la sociedad puritana y victoriana de fines del siglo 19 y principios del 20, esa en la que Sigmund Freud basó la totalidad de la psicología moderna es una Mente Incongruente, llena de inconfesables deseos cubiertos por una tenue capa de moralidad sabor chocolate, yum yum (no por nada el padre del psicoanálisis se dio tremendo banquetazo diagnosticando histerias y complejos de Edipo y Electra a diestra y siniestra).

Confesiones de una Mente Religiosa en Transición Azul-Naranja

Si bien el fin de la adolescencia y la Alta Edad Media son las manifestaciones clásicas de esta transición, no son las únicas posibles pues, en muchos casos, la necesidad Roja de contar con una figura paterna que le de orden al caos no se satisface en el ámbito doméstico sino en el religioso.

Pero la vida religiosa que inició bajos los auspicios de una sola Verdad, una sola Autoridad y y una sola Comunidad, ya no es posible para la Mente en Transición Azul-Naranja. Y es que la vida consagrada debe vivirse según los normas, ritos y autoridades de una orden particular (los llamados “carsimas” que hacen posible que haya Benedictinos, Jesuitas, Legios, Opus Dei, Mercedarias y etc).

A la larga, la pertenencia a esa orden marca a la persona tanto o más que su pertenencia al todo. Es el momento -dice Graves-
en que “La Verdad de la Mente Azul se empieza a convertir propiedad privada” de una congregación particular y -sin renegar de su hermandad Azul (Iglesia y Papa, Islam y Corán), cada comunidad ve a las otras por encima del hombro y siente que “su” particular forma de vivir La Verdad es, valga la expresión de Chespirito, más verdadera que La Verdad de los demás.

Por eso la actitud más propia de una Mente Azul en transición es la arrogancia y la condescendencia no sólo hacia quienes no creen en “La Verdad” sino hacia quienes creen en “la Verdad” de una forma distinta a la que ellos han entronizado (Legios vs Opus, Shi’itas vs Sunnitas, Judaísmo asimilado vs Judaísmo tradicionalista, Budismo Zen vs Budismo Tibetano, etc, etc, etc).

Confesiones de una Mente Incongruente

Conforme se acerca más al Naranja, mayor es la necesidad de la Mente Azul de “salir del clóset” paternalista y romper con toda autoridad impuesta desde fuera. Aquí, a nivel personal, histórico y religioso las manifestaciones son muchas, pero tienen una nota común: el rechazo a la autoridad pasa de expresiones veladas al desafío abierto. Pero no es ya el desafío burdo de la Mente Roja, ese que se expresa a gritos de “me vale lo que digas”, “no quiero volver a verte!” y/o a portazos; el desafío de Azul/Naranja es más discreto y calculador. Incongruente, dirían algunos. Hipócrita, otros.

Y es que, cuando es pacífica, la transición del Azul al Naranja intenta quedarse con lo mejor de ambos mundos: del Azul el sentido de misión, orden, certeza de estar en la verdad y ser de los buenos. Del Naranja ser independiente, exitoso, tener prestigio en la comunidad, y ser un líder “redondo” (moral, intelectual, económico, cultural, político, etc, etc).

Pero como la escala de valores de la Mente Azul (trascendente) difícilmente es compatible con la de la Mente Naranja (económica) el resultado en la práctica es lo que en ética se llama “una doble moral”: el uso de la escala de valores Azul en ciertas circunstancias y la escala Naranja en otras.

Así, el joven le “dará el avión” azul a su padre (sí papá, como tú quieras), pero hará lo que anaranjadamente quiera cuando esté fuera de la vista paterna.

Así el supervisor será de lo más obsequioso y lamebotas con los de arriba, pero déspota y tiránico con los de abajo.

Así, el empresario exitoso no dudará en ocupar las primeras bancas en la Misa dominical mientras entre semana escatima el salario mínimo de sus empleados y busca evadir el debido pago de impuestos.

Así, el cuernófilo compulsivo no dudará en proyectar una imagen de padre de familia y esposo perfecto.

Así, es posible ver “órdenes religiosas” que no ven contradicción alguna entre el ideal de pobreza de su credo y la búsqueda del éxito, la acumulación de riqueza y el prestigio propio de la cultura materialista que dicen deplorar (cualquier semejanza con los Príncipes Sauditas o los Vatileaks no es mera coincidencia).

¿Cuando nos expresamos en el molde Azul/Naranja?

Si al leer esto alguien dijo “guácala, yo conozco gente así” les tengo noticias: están pensando en los moldes que dicen deplorar. Porque lo propio de la Mente Azul/Naranja es precisamente la arrogancia y condescendencia de quienes ven la evangélica “paja en el ojo ajeno” sin ver la viga en el propio.

Y todos, frente a gente que piensa distinto a nosotros, pensamos así. De ahí que la mente Azul/Naranja siempre esté de moda y siempre la podamos encontrar entre nuestro repertorio mental (si es así, aléjate lo más pronto posible y cuéntaselo a quien más confianza le tengas…)

Pero esa no es la única manifestación cotidiana de la Mente Azul/Naranja. De hecho, si leímos lo que dije la semana pasada de que la Mente Azul es una de las más extendidas en la actualidad se sigue que hay toda una industria dedicada a ayudarnos a “salir del clóset” de los confines de la Mente Azul. Y, como buena industria Anaranjada, esta es sumamente lucrativa.

Dicha industria lucra con los programas de TV que nos ayudan a confiar en nosotros mismos (Oprah, Dr. Phil), en los libros de autoayuda de la mesa de novedades de Sanborn’s que prometen ayudarnos a liberar nuestro potencial (Wayne Dyer), en los cursos para dejar de ser co-dependientes o alcohólicos (AA), seminarios para ya no ser doncellas llorosas sino lobas de mar rebosantes de autoestima femenina (Clarissa Pinkola Estes).

Está en las sectas que nos hacen creer que somos chispitas de Dios vivo si -y sólo si- aceptamos ser miembros de su congregación (la antigua Dianética hoy convertida en Iglesia de la Cienciología) y un largo etc de programas de autoayuda y superación personal.

Lo incongruente de todos estos programas de liberación para hacernos plenamente Naranjas es que nos solicitan aceptar la autoridad Azul de algún gurú que nos guiará cual niños chiquitos -step by step, paso a pasito- a lograr nuestras metas (y se impone la irónica pregunta: ¿si nos llevan de la mano, habremos dejado de ser co-dependientes o simplemente habremos cambiado de dueños?)

Por eso este tipo de programas son expresiones Azul/Naranja: por un lado nos sentimos lo suficientemente “maduros” para buscar por nosotros mismos y explorar mundo, pero sólo hasta la “inscripción” en otro kinder donde nos sirvan la misma formulita de la que venimos huyendo. Una vez en el kinder nuevo nos obligan a seguir una receta de cocina para lograr la felicidad o esa”auto-suficiencia insuficiente” que es la aspiración máxima de la Mente Azul/Naranja en transición.

La Semana que viene: La Mente Naranja (preparen el saco…que es Unitalla, o sea nos queda a todos)

8 comentarios

  1. Luminoso, claro y contundente. Tu aparición en este mundo ha tomado por sorpresa al tiempo. Das peso especifico y entidad a lo que muchos intuimos y no logramos expresar. Tu lo haces brillantemente, con mucho eres la voz de muchos, la voz de seres que te agradasen las lineas que trazas para podamos continuar autónomamente nuestro devenir intelectual diario. Gracias, gracias por ello.

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  2. Hay Claudita pues te digo que en todo se va palomeando uno, jaja yo también pasé? por ésa etapa y ahora voy hacia el Infinito y mas alla? total hay algún color de retroceso en donde uno vuelve a tener tantas dudas como cuando empezó su camino y por supuesto cero certezas? mientra no perdamos el sentido del humor que veo que tu lo tienes intacto pues al leerte voy reflexionando y gozando al mismo tiempo. besos y se te extraña

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    • Mi muy querida Vicky, Pues es que la vida es como el tango: dos pasitos pa lante y tres pa tras!! Pero no te apures, que llegaremos al Amarillo y al Turquesa y te van a hacer click muchas cosas porque esas etapas son un poco de síntesis, de buscar quedarse con lo mejor del camino recorrido. Algo así como ver un viejo albúm de fotos y aunque uno salga bien en todas las fotos (especialmente en aquelllas “Polaroid” instantáneas de la adolescencia mutante!) nos reímos de nosotros mismos, nos dan ternura nuestras creencias, nos conmueven nuestros sueños y al final nos damos cuenta que todos los instantes y todos los colores de nuestra existencia se contienen en el presente. Mando Abraxo!

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