La Sabiduría del Pomodoro

Tengo una hermana que seguro fue italiana en una vida pasada (también fue ardilla, pero esa es otra historia…) El caso es que cada tanto tiempo me platica la historia del Pomodoro aka, el Tomate.

Pomodoro es el nombre que los italianos le dieron a esa fruta (si, es fruta) cuyo parecido con la manzana es evidente, pero que por su versatilidad y culinario potencial (palabra favorita de la mía sorella), se convirtió en una mina de oro (ergo Pomodoro = Pomme D’Or o Manzana de Oro en francais).

Aunque indispensable para hacer pizza, ensalada, pasta y demás, no es este el Pomodoro de cuya sabiduría quiero hablarles, sino del Pomodoro que, allá en la década de los 80s, inventó Francesco Grillo.

Grillo era un estudiante de maestría que se preguntaba -con todos los estudiantes del planeta- a dónde se le iba el tiempo que tenía para estudiar y por qué, al final del día, sus progresos eran tan magros (los sospechosos comunes en la era AF -Antes del Facebook- eran el chisme, la TV, la radio y la babia).

Lo que Grillo descubrió -y nótese que era la década de los 80s antes del multi-tasking, text messaging, celular, del Twitter, Facebook, tableta, chats y demás distractores- es que pese a que pasamos “horas” haciendo algo, los seres humanos rara vez nos concentramos en una única tarea más de 2 minutos (si, leyeron bien: los “normalitos” que no sufrimos ADD nos concentramos en hacer algo la gloriosa cantidad de dos minutos).

Dicha incapacidad de estar aquí y ahora haciendo lo que tenemos enfrente no solo nos hace poco productivos, sino que genera trabajo de baja calidad y, para colmo, nos deja insatisfechos al final de la jornada, sabiendo que pudimos haber hecho más o mejor trabajo.

Así que Grillo se dio a la tarea de buscar formas de incrementar su capacidad de concentración. Armado con un reloj de cocina (en forma de Pomodoro) se sentó a estudiar con la intención de no distraerse de la tarea hasta que el Pomodoro sonara.

Su meta original era lograr unos modestos 5 minutos de concentración. Pero como sabe cualquier aprendiz de Budismo Zen, la meta resultó demasiado ambiciosa.

No habían pasado 40 segundos cuando la vista de Grillo ya andaba deambulando con el mobiliario y flirteando con una mosca.

Así que Grillo volvió a poner el Pomodoro, esta vez a dos minutos…

Y así se fue ejercitando su concentración hasta que logró dar con los números “óptimos” que hoy se conocen como la Técnica Pomodoro: 25/5.

Básicamente de lo que se trata es de trabajar ininterrumpidamente en una misma tarea a lo largo de 25 minutos que, una vez finalizados, nos permiten tomar un break de 5 (Take 5 como dicen en Hollywood).

Esos 5 minutos son para ir al baño, checar el mail, hacer un cafecito, ver el facebook, twittear, estirar las piernas o dar rienda suelta a cualquiera de esas chácharas mentales con las que constantemente interrumpimos nuestra preciada concentración.

Una vez que se acaba el break, regresamos, frescos a otros 25 minutos de Pomodoro.

Cada 4 Pomodoros de productividad nos ganamos un break más largo de 10 o 15 minutos.

¿Y dónde, se preguntarán mis dos lectores y medio, está la sabiduría del Pomodoro que promete el título?

Ah, pues inténtelo y verán que trabajar a Pomodorazos no sólo les hace infinitamente más productivos (aunque su trabajo sea escribir versos), sino que los breaks -además de permitirnos administrar mejor las interrupciones y chateo- permiten tomar una sana perspectiva de lo que estamos haciendo.

así que  cuando llega el siguiente round de Pomodoro tenemos las ideas más frescas sobre cómo abordar el problema, como generar la presentación, como seguir con la carta o finiquitar de una vez por todas ese libro, ese pendiente o tarea que pasa de hoy a mañana y a pasado sin que logremos el más mínimo avance.

PS de la ZLE (Zona Libre de Excusas): Para quienes no tengan un reloj tradicional de cocina: la App y Android Store están llenas de timers Pomodoro gratis y de paga. Simplemente busquen “Pomodoro”, instalen el que más les guste, pónganse a chambear y ya nada de que a Chuchita la bolseó el dios Chronos… y por eso “no tuvo tiempo”.

15 comentarios

  1. ¿Y los perfeccionistas qué? si de un hilo y despues de muchos cambios apenas termino lo que escribo, ya le sigo haciendo cambios, dandome respiros, los cambios van a llover y nunca los voy a terminar.
    Cómo siempre querida Claudia un magnifico artículo, pero a mi me falla tu pomodoro. Un saludo.

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    • Ja, ja… The joys of being a newspaper op writer!!! El Pomodoro no falla, pero te falta la mitad del secreto: perfectionism is dead… Now it’s all about shipping out asap and doing revisions of whatever’s on the pile that you feel is worth the effort (anocheci pocha… You get it). Abraxo!

      Claudia

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  2. Interesante que apenas en la decada del 80 el Grillo descubriera esto. Y que malos somos para concentrarnos. Yo pensaba que yo no mas sufria de este mal de concentracion. Pues ya merito empiezo a poner mis timers! Mil gracias por este super tip!!!

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  3. Ahora si que me hicieron reir!!!!! lol como dicen por aca. Me tengo tan pocas esperanzas que ni siquiera voy a hacer por adquirirme el POMODORO, lo voy a intentar con el timer que uso para mis estudiantes!!! pobrecitos ahora si voy a saber lo que se siente!!!!

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    • Hola Mili!!! Me dices si te funciona (seria tanto como esperar que un atomo se este quieto!) Pero si no, pues intentalo con tus victimas educativas (no creo que sean “estudiantes”, ja, ja… not with your track record): como dice el Nobel James Heckman “…in the end teaching kids self-discipline, reliability and persistence makes a greater difference in their lives than teaching them stuff”. Abraxo!!!

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